BEATO NICOLÁS DE GÉSTURI, OFMCap. El Fraile del Silencio
BEATO NICOLÁS DE GÉSTURI, OFMCap.
RELIGIOSO, I ORDEN 1882-1958
Nicolás, en el siglo Juan Medda, nació en Gesturi (Cágliari),
Italia, en 1882, en el seno de una numerosa familia de honestos trabajadores y
excelentes cristianos. Ocupado en los trabajos más humildes del campo, se
distinguió por su piedad, buenas costumbres y austeridad de vida. A los 29
años, fue acogido en los Hermanos Menores Capuchinos de Cágliari, recibiendo el
nombre de fray Nicolás. Después del noviciado y la profesión le confiaron el
servicio de limosnero. Durante 34 años cumplió este oficio con gran incidencia
entre la gente, que corría tras él como tras un verdadero hombre de Dios. Murió
en Cagliari el 8 de junio de 1958. Fue beatificado por Juan Pablo II el 3 de
octubre de 1999.
El Fraile del Silencio. Breves
pinceladas sobre su vida.
Religioso
laico capuchino, de absoluta fidelidad. La vida del Beato Nicolás es, tal vez,
de lo más simple y lineal. Toda ella, desde su juventud hasta la vejez, es una
constante ascensión hacia las cimas de la santidad. Su existencia se desarrolla
no ya en situaciones extraordinarias que requieren la continua superación de
dificultades particularmente arduas y problemáticas, sino en el constante, fiel
y alegre cumplimiento de los más normales deberes diarios de un humilde Hermano
capuchino.
No
es, por tanto, la suya una santidad que se revela a través de hechos
extraordinarios, sino a través de una vida virtuosa que llega al heroísmo en la
búsqueda asidua del bien, en la constante fidelidad al propio deber y en el
autodominio de sí mismo, en medio de las pequeñas y grandes dificultades de la
vida diaria.
Encontrando
a Dios en la oración asidua y contemplativa, él lo vaciaba incansablemente en
el deseo ardiente de la salvación de las almas. Quienes lo conocieron hablan de
él como un hombre de oración profunda y de humilde servicio al prójimo, un
auténtico discípulo y seguidor de san Francisco, un ejemplo para el que es
llamado a la vida religiosa y un modelo de vida cristiana totalmente inspirado
en una fe y amor profundo en Dios y en una exquisita caridad hacia los
necesitados, que encontraba en su recorrido diario como limosnero.
Fue
precisamente por esto por lo que personas de toda condición descubrieron en él
el rostro del Señor y su bondad. El Beato Nicolás es un modelo de capuchino,
padre de los pobres, consejero y amigo, un verdadero testigo y bienhechor para
toda la Iglesia peregrina.
En Gésturi
Fray
Nicolás, en el siglo Juan, hijo de Juan Medda Serra y de Priama Cogoni Zedda,
nació en Gésturi (Cagliari - Cerdeña) el 5 de agosto de 1882. En el bautismo,
que recibió el día 6 del mismo mes, le fueron impuestos los nombres de Juan,
Ángel y Salvador. Muertos sus padres, cuando aún tenía una corta edad, y
habiéndose desposado una de sus dos hermanas con un rico propietario del
pueblo, el joven Juan dejó voluntariamente la administración de sus bienes en
manos de sus hermanos y se puso a trabajar al servicio de su cuñado, que lo
apreciaba mucho, no recibiendo a cambio de su trabajo ningún dinero, sino que
estaba muy contento por su servicio, con la comida y el hospedaje. Era un
trabajo hecho a conciencia, que Juan desempeñaba escrupulosamente y que no le
impedía, en modo alguno, poder asistir habitualmente a la Santa Misa cada
mañana, antes de marcharse al campo a su habitual trabajo y por la tarde, al
regreso de sus tareas, también asistía a la función eucarística en la
Parroquia.
Capuchino
Acogiendo
la llamada del Señor, Juan Medda, golpeaba un día, en marzo de 1911, la puerta
del convento de los capuchinos de Cagliari. El 30 de octubre de 1913, Juan era
admitido en la vida religiosa, vistiendo el hábito capuchino, cambiando su
viejo nombre por el Fray Nicolás. Todo un símbolo de la vida nueva que a partir
de ese momento comenzaba para él. Seguiría el año de noviciado o periodo de
prueba y que, tras superarlo felizmente, sería después enviado a formar parte
de la familia del convento de Sassari, como cocinero, pasaría luego al convento
de Oristano y más tarde al de Sanluri, siempre dentro de la provincia capuchina
de Cerdeña, de la que formaba parte.
En
el capítulo provincial celebrado en Cagliari el 25 de enero de 1924, Fray
Nicolás fue trasladado al convento de Cagliari con el nombramiento de limosnero
de la ciudad. A partir de entonces, Cagliari lo vería cada día subir y bajar
las desiguales y estrechas calles de Castello y las más anchas de Villanova,
atraída cada vez más por el comportamiento humilde y modesto de este hermano
que, con el correr de los años, parecía revivir más en sí la vida y los
ejemplos de san Ignacio de Láconi. Durante 34 años Fray Nicolás cumplió con su
deber de limosnero (no sólo en la ciudad de Cagliari, sino también en los
pueblecitos cercanos del Campidano) de verdadero hijo de san Francisco. En él
no era la mendicidad la que pedía, la que llamaba, la que importunaba... sino
que era la pobreza de Cristo, personificada en él que pasaba... con la cabeza
inclinada, los ojos bajos, como si pretendieran guardar un tesoro, porque dos
perlas eran realmente sus ojos en los que brillaba toda la simplicidad y pureza
de corazón.
Fraile buscado
Obtenía
sin pedir, recibía sin demandar. Se ha observado justamente que él no era un
fraile que buscaba sino un fraile buscado. No eran solo la gente del pueblo,
sino también personas de alto nivel social, de uno y otro sexo, quienes corrían
tras él para pedirle una oración, un consejo, para tocarle el hábito o el
cordón, para dejarle correr por sus manos obligatoriamente ofrendas que él
aceptaba dando gracias con aquel agradecimiento típicamente sardo: "Dios
le pague la caridad".
Las
mamás, apenas lo divisaban venir por la calle, enviaban corriendo a sus
pequeños a salir al encuentro o a seguir al Hermanito, para darle la limosna y
recibir a cambio una sonrisa o una caricia que era siempre una bendición.
Hermana muerte
Transcurridos
45 años de vida religiosa en la humildad, en la penitencia, en la caridad, en
el silencio, en la oración constante; agotado de fuerzas debido a los años, al
cansancio y a varias enfermedades, habiendo tenido que sufrir una operación
quirúrgica en una clínica de la ciudad; consciente de la gravedad del mal,
después de haber recibido todos los auxilios religiosos, rodeado de casi todos
sus hermanos en religión que le lloraban, expiraba serenamente en la enfermería
provincial del convento de los capuchinos de Cagliari a las 0'15 horas exactas
del día 8 de junio de 1958, a los 76 años de edad.
La
noticia de la muerte de Fray Nicolás corrió como un rayo por toda la ciudad,
que tuvo noticia por los periódicos de la mañana. Desde primeras horas
comenzaron a llegar personas de todas las condiciones: todos deseosos de ver y
tocar los restos mortales. La afluencia continua de personas, por cuyo bien se
temía, obligó a recurrir a la fuerza pública para mantener la disciplina y el
orden.
El
día 10, el féretro, llevado sobre las espaldas de los religiosos y de los
ciudadanos, caminando lentamente bajo una incesante lluvia de flores echadas
desde todos los rincones y acompañada por una marea humana, visiblemente
conmovida, -- unas 60.000 personas -- fue sepultado en el cementerio civil de
Bonaria.
Sobre
su tumba nunca faltaron flores frescas que el afecto, la devoción y el
agradecimiento de tantas y tantas personas le ofrecía cada día, transformando
la tumba en un aire permanentemente fresco.
Abierto
su Proceso de Beatificación y superados todos los trámites eclesiásticos, el
Santo Padre, Juan Pablo II, declaró Beato a Fray Nicolás de Gésturi el 3 de
octubre de 1999, junto a otros cinco Siervos de Dios.
Juan
Pablo II, en su esperada homilía, manifestaba "la alegría de ver elevados
a la gloria de los altares a seis fieles trabajadores de la viña del
Señor"... (Era ese el Evangelio del Domingo). "En tiempos distintos y
con modalidades diferentes, cada uno de ellos ha empleado generosamente su vida
en servicio del Evangelio"... Luego dijo refiriéndose al Beato Nicolás:
"La piedra que los constructores desecharon se ha convertido en piedra
angular" (Mat. 21, 42). ‘Estas palabras, que Jesús en el Evangelio se
aplicaba a sí mismo, se refieren al misterio del anonadamiento y de la
humillación del Hijo de Dios, fuente de nuestra salvación. Y el pensamiento se
dirige, naturalmente, al Beato Nicolás de Gésturi, capuchino, que ha encarnado
de manera singular en su existencia esta misteriosa realidad. Hombre de
silencio, expandía en torno a sí un halo de espiritualidad y de fuerte reclamo
al absoluto. Llamado por la gente con el afectuoso apelativo de ‘Fray
Silencio’, Nicolás de Gésturi se presentaba con un porte que era más elocuente
que las propias palabras: liberado de todo lo superfluo buscaba siempre lo
esencial, no dejándose distraer por las cosas inútiles y perjudiciales,
queriendo ser testimonio de la presencia del Verbo Encarnado junto a todo ser
humano’”.
En
un mundo con demasiada frecuencia saturado de palabras y pobre de valores,
necesitamos hombres y mujeres que, como el beato Nicolás de Gésturi, subrayen
la urgencia de recuperar la capacidad del silencio y de la escucha, para que
toda la vida sea un ‘cántico’ de alabanza a Dios y de servicio a los hermanos.
“‘Cantaré
a mi amado un canto de amor por su viña’ (Is. 5, l) -- seguía el Papa --.
Mientras contemplamos los prodigios que Dios ha realizado en estos hermanos
nuestros, nuestro espíritu se abre a la alabanza y al agradecimiento. Te damos
gracias Señor, por el don de estos nuevos Beatos. En sus viñas, totalmente
consagradas al servicio de tu Reino, admiramos los copiosos frutos de bondad
que tu has realizado en ellos y a través de ellos.
Pueda
su ejemplo y su intercesión empujarnos a imitarlos, para que también nosotros,
con nuestra fidelidad al evangelio, demos gloria a Aquel que es fuente de todo
bien” (Or. Colecta).
Fr.
Alfonso Ramírez Peralbo
Roma
– Postulación General OFMCap.
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