Lectio Divina Martes Segundo de Adviento B. El Señor escucha el clamor de los pobres.

 Vendrá el Señor, mi Dios, y con él, todos sus santos; y brillará en aquel día una gran luz.

Sofonías: 3,1-2.9- 13. Mateo: 21, 28-32



 

 

LECTIO

 

PRIMERA LECTURA

Del libro del profeta Sofonías: 3,1-2.9- 13

 

"¡Ay de la ciudad rebelde y contaminada, de la ciudad potente y opresora! No ha escuchado la voz, ni ha aceptado la corrección. No ha confiado en el Señor, ni se ha vuelto hacia su Dios. Pero hacia el fin daré otra vez a los pueblos labios puros, para que todos invoquen el nombre del Señor y lo sirvan todos bajo el mismo yugo. Desde más allá de los ríos de Etiopía, hasta las últimas regiones del norte, los que me sirven me traerán ofrendas. Aquel día no sentirás ya vergüenza de haberme sido infiel, porque entonces yo quitaré de en medio de ti a los orgullosos y engreídos, y tú no volverás a ensoberbecerte en mi monte santo. Aquel día, dice el Señor, yo dejaré en medio de ti, pueblo mío, un puñado de gente pobre y humilde. Este resto de Israel confiará en el nombre del Señor. No cometerá maldades ni dirá mentiras; no se hallará en su boca una lengua embustera. Permanecerán tranquilos y descansarán sin que nadie los moleste". 

 

Palabra de Dios. 

R/. Te alabamos, Señor.

 

El comienzo de este fragmento litúrgico relatauna amenaza del Señor contra los jefes de la nación, que buscan sólo su propio interés en vez de dedicarse a la fe del pueblo. Sin embargo, después del juicio aparece una palabra de esperanza, en la que la purificación del pueblo y de Jerusalén mira a la promesa de la alegría mesiánica y la reunión de los dispersos (cf. Sof

3,14-20). El anuncio de la purificación de los pueblos (v. 9) que abandonan el culto a otras divinidades y elevan su profesión de fe al Señor manifiesta la espera profética de una profunda renovación de la humanidad por obra del Señor.

Esta renovación consiste en la conversión del corazón humano, que se traduce en acoger la ley divina, en el culto al Dios verdadero. Es una transformación antropológica que afecta sobre todo al pueblo de Dios, en el que desaparece todo rastro de soberbia, como síntesis del pecado humano, de un orgullo que tiende a ocupar el puesto de Dios (v. 11). El pueblo del tiempo de la salvación al que se promete el descanso y la paz es un «resto» (v. 13), es decir, un grupo políticamente frágil y culturalmente irrelevante y despreciado, que no puede precisamente presumir de sus propias fuerzas, sino que experimenta con gratitud la fidelidad de su Dios. Está constituido por los “pobres del Señor” (v. 12), o sea, los que tienen a Dios como único recurso de su propia vida y confían plenamente en el traduciendo su humilde confianza en una obediencia práctica de la voluntad divina.

 

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Mateo: 21, 28-32

 

En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "¿Qué opinan de esto? Un hombre que tenía dos hijos fue a ver al primero y le ordenó: 'Hijo, ve a trabajar hoy en la viña'. Él le contestó: 'Ya voy, señor', pero no fue. El padre se dirigió al segundo y le dijo lo mismo. Éste le respondió: 'No quiero ir', pero se arrepintió y fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?". Ellos le respondieron: "El segundo". Entonces Jesús les dijo: "Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios. Porque vino a ustedes Juan, predicó el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las prostitutas sí le creyeron; ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él". 

 

Palabra del Señor. 

R/. Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Los jefes del pueblo, que en el contexto precedente aparecían como interlocutores malévolos de Jesús (cf. Mt 21,23-27), no tienen intención de escucharle. Jesús pone al desnudo su incoherencia y los provoca con la perspectiva de una ventaja religiosa de los publicanos y prostitutas con respecto a ellos. Y lo hace con la parábola de los dos hijos distintos, que se aclara teniendo como trasfondo, aceptado tanto por el Bautista como por Jesús, la tradición veterotestamentaria sobre la necesidad de la «justicia», esto es, de una fe que busca llevar a la práctica fielmente la voluntad de Dios en el día a día.

La parábola no exalta a los pecadores y desprecia a los devotos, como puede parecer basándonos en ciertas lecturas sesgadas, sino que anuncia la extraordinaria cercanía de Dios al pecador, al que ofrece siempre un cambio de vida. También aparece la denuncia de la frecuente incoherencia de tantos creyentes, ejemplarizados en el primer hijo, cumplidores sólo de boquilla. La confrontación llamativa entre publicanos y prostitutas y los hombres de religión (vv. 31-32) no es tanto una condena de estos últimos por parte de Jesús, cuanto una última llamada apremiante a la conversión.

 

MEDITATIO

 

La parábola de los dos hijos es una severa admonición para nosotros si, como el primer hijo, respondemos afirmativamente, pero luego no vamos a trabajar a la viña. Debemos hoy poner sobre el tapete nuestras incoherencias y la obediencia meramente formal, cuando anteponemos a las exigencias del evangelio nuestro pequeño «yo». El riesgo no es

sólo el no cumplimiento, sino también el reducir nuestra justicia moral y religiosa a una imagen de fachada, a una imagen maquillada, a un maniquí, mientras el corazón olvida la amorosa inquietud de la búsqueda sincera de la voluntad de Dios.

Resulta por tanto importante la contemplación del paradójico estilo de nuestro Dios, que llama a la conversión incluso a los más lejanos y derrama sus bendiciones a los pobres, a los que sólo confían en él sin poder presumir de sí mismos ni de sus méritos. La parábola evangélica de los dos hijos diversos debe interpelarnos sobre la suma importancia de la humildad como cualidad necesaria de la fe que da acceso al reino de Dios. Y, por otra parte, esta dura palabra evangélica nos llena también el corazón de gratitud, recordándono que Dios ama a los que no se apoyan en sus propios méritos, sino que, confiando sólo en su misericordia y su fidelidad, están dispuestos a cambiar realmente de vida.

 

ORATIO

 

Tu Palabra hoy nos fustiga y nos consuela. Nos fustiga porque cuando nos invitas a trabajar en tu viña, como el hijo mayor de la parábola, con frecuencia respondemos: «Sí, Señor»; pero luego no vamos. Estamos demasiado ocupados y preocupados por nuestro «yo» para estar de veras disponibles a buscar sinceramente tu voluntad. Socórrenos con tu Espíritu, para que podamos velar sobre nosotros mismos con el fin de que nuestra adhesión a tu voluntad no se reduzca a palabras huecas.

Pero, además de fustigarnos, tu Palabra nos consuela, porque nos recuerda que incluso a aquel que esté más aferrado al mal le quieres dirigir una palabra de salvación misericordiosa dándole la oportunidad de arrepentirse, de cambiar de vida, de romper con la obstinación del corazón. Con humildad y confianza acudimos a ti, Dios que ama a los que no confían en sus propios méritos, y confiamos únicamente en tu misericordia y fidelidad.

 

CONTEMPLATIO

 

Oh pueblos, oh tierra entera, gritemos al Señor, y escuchará nuestra oración, porque el Señor se alegra del arrepentimiento y de la conversión de los hombres. Todas las potencias celestes esperan que también gocemos de la suavidad de Dios y contemplemos la belleza de su rostro. Cuando los hombres conservan el santo temor de Dios, la vida en la tierra es serena y dulce. Ahora, sin embargo, los hombres han comenzado a vivir según su propia voluntad y su razón, y han abandonado los santos mandamientos, y esperan encontrar felicidad sin el Señor, no sabiendo que sólo el Señor es nuestra verdadera alegría y sólo en el Señor el hombre encuentra felicidad. Él caldea el alma como el sol reaviva las flores del campo y como el viento le acuna, infundiéndole vida.

Señor, dirige tu pueblo hacia ti, para que conozca tu amor y todos vean en el Espíritu Santo la mansedumbre de tu rostro: que todos gocen aquí en la tierra de la visión de tu rostro y -viéndote como eres- se asemejen a ti. Gloria al Señor, porque nos ha concedido el arrepentimiento y por medio del arrepentimiento todos seremos salvados sin excepción (Archimandrita Sofronio, Silvano del Monte Athos, Madrid 1996, 314).

 

ACTIO

 

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:

«Yo dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde» (Sof 3,12).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

 

El pueblo mesiánico, aunque no incluya a todos los hombres actualmente y con frecuencia parezca una grey pequeña, es, sin embargo, para todo el género humano, un germen segurísimo de unidad, de esperanza y de salvación. Cristo, que lo instituyó para ser comunión de vida, de caridad y de verdad, se sirve también de él como de instrumento de redención universal y lo envía a todo el universo como luz del mundo y sal de la tierra (cf. Mt 5,13-16).

Así como el pueblo de Israel, según la carne, peregrinando por el desierto, se le designa ya como Iglesia (2 Esd 13,1; Nm 20,4 DI 23,1ss), así el nuevo Israel, que caminando en el tiempo presente busca la ciudad futura y perenne (cf. Heb 13,14), también es designado como Iglesia de Cristo (cf. Mt 16,18), porque fue Él quien la adquirió con su sangre (cf. Hch 20,28), la llenó de su Espíritu y la dotó de los medios apropiados de unión visible y social. Dios formó una congregación de quienes, creyendo, ven en Jesús el autor de la salvación y el principio de la unidad y de la paz, y la constituyó Iglesia a fin de que fuera para todos y cada uno el sacramento visible de esta unidad salutifera. Debiendo difundirse en todo el mundo, entra, por consiguiente, en la historia de la humanidad, si bien trasciende los tiempos y las fronteras de los pueblos. Caminando, pues, la Iglesia en medio de tentaciones y tribulaciones, se ve confortada con el poder de la gracia de Dios, que le ha sido prometida para que no desfallezca de la fidelidad perfecta por la debilidad de la carne, antes, al contrario, persevere como esposa digna de su Señor y, bajo la acción del Espíritu Santo, no cese de renovarse hasta que por la cruz llegue a aquella luz que no conoce ocaso (LG, 9).

 

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