LECTIO Divina Segundo Miércoles de Adviento B. Vengan a mí, todos los que están fatigados.
Ya viene el Señor para salvar a su pueblo. Dichosos los que estén preparados para salir a su encuentro.
Isaías: 40, 25-31. Mateo: 11,28-30
LECTIO
PRIMERA LECTURA
El Señor da vigor al fatigado.
Del libro del profeta Isaías: 40, 25-31
“¿Con quién me van a comparar, que pueda igualarse a mí?”, dice el Dios de Israel. Alcen los ojos a lo alto y díganme quién ha creado todos aquellos astros. Él es quien cuenta y despliega su ejército de estrellas y a cada una la llama por su nombre; tanta es su omnipotencia y tan grande su vigor, que ninguna de ellas desoye su llamado.
¿Por qué dices tú, Jacob, y lo repites tú, Israel: “Mi suerte se le oculta al Señor y mi causa no le preocupa a mi Dios”? ¿Es que no lo has oído? Desde siempre el Señor es Dios, creador aun de los últimos rincones de la tierra. Él no se cansa ni se fatiga y su inteligencia es insondable.
Él da vigor al fatigado y al que no tiene fuerzas, energía. Hasta los jóvenes se cansan y se rinden, los más valientes tropiezan y caen; pero aquellos que ponen su esperanza en el Señor, renuevan sus fuerzas; les nacen alas como de águila, corren y no se cansan, caminan y no se fatigan.
Palabra de Dios
R/. Te alabamos Señor
El pueblo de Israel está en el exilio. Los años se prolongan y comienza a apuntar la desconfianza. Piensa que Dios se ha olvidado de su pueblo y se desentiende de él. Pero ¿no será más bien que el pueblo ha olvidado quién es su Dios?
Dios mismo interpela al pueblo echándole en cara su olvido. Es verdad que al pueblo le ha ido mal muchas veces, pero eso ha ocurrido cuando no ha sido fiel a lo que Dios quería de él, y lo que le ha ocurrido se puede interpretar como un castigo –así lo suele interpretar el pueblo-, pero se trata de un castigo pedagógico, que pretende volverlo al buen camino.
EVANGELIO
Vengan a mí, todos los que están fatigados.
Del santo Evangelio según san Mateo: 11,28-30
En aquel tiempo, Jesús dijo: "Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera".
Palabra del Señor.
R/. Gloria a ti, Señor Jesús.
Jesús invita a cargar con su yugo y aprender de él que es “manso y humilde de corazón”. Su yugo es más ligero que el de la ley, pero eso no lo entendieron los ‘sabios’ del pueblo y por eso rechazaron a Jesús y su mensaje de liberación.
Es una invitación a imitarle y a seguirle de cerca. Él es el modelo y el maestro de una vida nueva, presidida por el amor de Dios a los sencillos: quien acepte su propuesta, “encontrará su descanso” en él. Se cumple en el seguimiento de Jesús lo que Dios prometía por las palabras del profeta Isaías que hemos escuchado en la primera lectura: “los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas..., corren sin cansarse, marchan sin fatigarse”.
MEDITATIO
Dios es todopoderoso, eterno y creador de los confines del orbe. Podríamos pensar que, perfecto en su omnipotencia, seguramente estará muy lejano. El pueblo de Israel tiene la tentación de pensar: «mi suerte está oculta al Señor, mi Dios ignora mi causa».
Pero el profeta nos dice lo contrario: Dios está cerca, nos conoce, no ignora nuestros problemas. Está siempre dispuesto a dar fuerza a los débiles y a los cansados. Esta imagen la completa el salmo: Dios se preocupa de los suyos, perdona, cura, rescata de la fosa, está lleno de gracia y ternura. Encontramos una de las mejores definiciones de Dios que se repite en el A.T.: «el Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia».
La cercanía de Dios ha quedado todavía más manifiesta en Cristo Jesús: una cercanía llena de misericordia y comprensión, como en el anuncio del profeta. Sus palabras son un pregón de esperanza: «vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré». Es el aspecto principal de la figura de Jesús. Hace milagros, predica maravillosamente, anuncia el Reino: pero sobre todo atiende a los que sufren, a los desorientados, a los que buscan, a los pobres y débiles, a los pecadores y marginados de la sociedad. Tiene buen corazón. Quiere liberar a todos de sus males. Nunca pasa al lado de una persona que sufre sin atenderla. Libera de angustias y da confianza para vivir. Ofrece paz y serenidad a los que han sido zarandeados de cualquier manera por la vida. A él le tuvo que ayudar un día el Cireneo a llevar la cruz. Pero él había ayudado y sigue ayudando a otros a cargar con la cruz que les ha tocado llevar.
Quién más quién menos, todos andamos un poco agobiados por la vida. Somos débiles y sentimos el cansancio de tantas cosas como llevamos entre manos. La enfermedad del «estrés» es la que más caracteriza al hombre moderno, juntamente con la soledad y la desorientación. Y además nos sentimos muchas veces bloqueados por el pesimismo, el materialismo, la búsqueda de la comodidad, la intransigencia, los rencores, las pasiones, la sensualidad.
ORATIO
Gracias, Señor, por darme consuelo. No te basta quererme dar el perdón a mis muchas ofensas, también me ofreces alivio, paz, serenidad, descanso y consuelo. No hay nadie tan afortunado que no necesite estas gracias de Ti, por eso no rechazo tu oferta, sino que la acepto con corazón agradecido. No te canses, Señor, de buscarnos ni de darnos el consuelo que buscamos, porque solos no podríamos ni sobrevivir un instante ante las vicisitudes de esta vida. Concédenos llegar un día a disfrutar del consuelo eterno contigo en el cielo. Amén
CONTEMPLATIO
Ven a mí, tú que a veces te agobias, te fatigas, te desesperas. Ven, yo prepararé para ti una mesa, cada día, si quieres. Para que te alimente un festín de vida. Disfruta del amor sencillo, concreto, cotidiano. Ven, y yo te aliviaré, con palabras de esperanza, de justicia y de paz. Aparca, por un momento, las inquietudes, siéntate en la vereda de tu camino, para reposar, conmigo. Ven, y encontrarás, en mi compañía, otros muchos caminantes mecidos por mi abrazo. Ven y aprende de mí, que a todos acojo, porque todos merecen una oportunidad, una palabra de calma y una mano sobre el hombro que les recuerde que no andan solos. Ya verás cómo algunos problemas pesan menos, y te das cuenta de que el evangelio se lleva con facilidad, porque lo llevas escrito en tu entraña. Estoy aquí, en la mesa, en la calle, en el silencio, en el prójimo, en tu interior, en cada gesto de amor... Anda, ven, pues quiero compartir contigo todo lo que soy.
ACTIO.
Repite con frecuencia y lleva la Palabra a la vida:
«aquellos que ponen su esperanza en el Señor, renuevan sus fuerzas» (Isaías 40,31).
PARA LECTURA ESPIRITUAL
¿Qué era el yugo en tiempos de Jesús? era el instrumento de madera al cual se atan mulas o bueyes, formando una yunta y en el que se sujeta el tirante del carro o arado.
¿Es que estaba aplicando ese uso a las personas? Por extensión, como yugo se conocen al trabajo pesado, carga o atadura, mientras que la noción de yunta se utiliza para nombrar a los animales o personas que trabajan en conjunto.
¿Tenía otro uso en ese tiempo? Era un aparato que aprisionaba el cuello de los esclavos y al que se ataban también las manos.
¿Se podría aplicar la analogía a la vida espiritual? De hecho, a Jeremías Dios le ordenó que usara un yugo con el fin de anunciar el inminente cautiverio de Judá (Jer. 27,1-7) desprenderse del yugo de Dios, les traería: opresión, prisión, esclavitud, dominio, servidumbre, atadura, peso, acatamiento, carga, sujeción, tiranía.
¿Cómo se interpretó esto del yugo en la vida de las primeras comunidades? Pablo comparó el legalismo en el que estaban cayendo los Gálatas con un “Yugo de esclavitud” (Gálatas 5,1). Amonestó a los cristianos para que no se unieran en “Yugo desigual” con los incrédulos (2 Corintios 6,14). Pedro también hablará del yugo cuando se quiso obligar a los paganos a leyes judías: “¿Por qué desafían a Dios queriendo poner sobre el cuello de los creyentes un yugo que nuestros padres no fueron capaces de soportar, ni tampoco nosotros?” (Hechos 15,10) . Voy descubriendo que para descansar debo dejar el yugo de mandatos recibidos, del debería, tendría, del perfeccionismo, del cumplimiento y muchos otros.
También del yugo de la preocupación por la “añadidura” y ponerte el yugo de Jesús de “Buscar el Reino de los Cielos”.
Dejar el yugo de la culpa y ponerme el de la Misericordia del Padre.
El yugo era para formar una yunta, es bueno que dejes tu individualismo y te animes a ser la yunta de Jesús. No vivirás ya en soledad, pues Él está con ustedes hasta el fin de los tiempos. Es más liviano y llevadero cuando se carga entre dos.
Ahora entiendo por qué a todos nos encanta escuchar el primero de los versículos, el 28. Pero las palabras de Jesús: “Carguen con mi yugo” no resultan tan agradables.
Y es aquí donde radica el secreto para hallar descanso frente a las aflicciones y el agobio, pues es necesario reconocer que se debe cambiar el yugo de criterios puramente humanos frente a la vida o lo que llaman realidad, con la humildad, mansedumbre y paciencia que te da la fe en un Dios que es Padre.
Ah, por eso dijo Jesús: “¡Aprendan de mí!”
Ves que es más que ser librados de cargas, desafíos y cansancio. En realidad, la persona es librada de su pesado yugo, pero para remplazarlo con otro: el de Jesús.
Él nos libra de nuestras antiguas cargas a fin de usarnos para su reino. Nos libera de nuestros propios desafíos para que podamos enfrentar sus desafíos.
Cuando te conviertes al Señor, dejas de vivir para ti y comienza a vivir para Él y con El, pues eres su yunta.
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