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Mostrando entradas de enero, 2021

Lectio Divina II Martes del Tiempo Ordinario B. Contamos con la esperanza, que es como un ancla firme y segura.

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  Sálvanos, Señor, Dios nuestro, y reúnenos de entre las naciones, para que podamos celebrar tu santo nombre y cantar tu alabanza. Hebreos: 6, 10-20.  Marcos: 2, 23-28     LECTIO   PRIMERA LECTURA De la carta a los hebreos: 6, 10-20   Hermanos: Dios no es injusto para olvidar los trabajos de ustedes y el amor que le han mostrado al servir a sus hermanos en la fe, como lo siguen haciendo hasta hoy. Deseamos, sin embargo, que todos y cada uno de ustedes mantenga hasta el fin el mismo fervor y diligencia, para alcanzar la plenitud de su esperanza. Así, lejos de volverse negligentes, serán ustedes imitadores de aquellos que, por la fe y la paciencia, heredan lo prometido por Dios. En efecto, cuando Dios hizo la promesa a Abraham, como no había nada superior por lo cual jurar, juró por sí mismo, diciendo: Te colmaré de bendiciones y te daré una descendencia innumerable. Por este motivo, Abraham perseveró en la paciencia y alcanzó lo prometido por Dios. Cuando los hombres juran, lo hacen por

Lectio Divina II Lunes del Tiempo Ordinario B. A pesar de ser el Hijo de Dios, aprendió a obedecer padeciendo.

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  A pesar de ser el Hijo de Dios, aprendió a obedecer padeciendo. Hebreos 5,1-10.  Marcos: 2, 18-22       LECTIO    PRIMERA LECTURA De la carta a los hebreos: 5, 1-10               Hermanos: Todo sumo sacerdote es un hombre escogido entre los hombres y está constituido para intervenir en favor de ellos ante Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades. Por eso, así como debe ofrecer sacrificios por los pecados del pueblo, debe ofrecerlos también por los suyos propios. Nadie puede apropiarse ese honor, sino sólo aquel que es llamado por Dios, como lo fue Aarón. De igual manera, Cristo no se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote; se la otorgó quien le había dicho: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy. O como dice otro pasaje de la Escritura: Tú eres sacerdote eterno, como Melquisedec. Precisamente por eso, durante su vida mortal, ofreció oraciones y súplicas, con fu

Lectio Divina II Domingo del tiempo Ordinario B. Habla Señor que tu siervo escucha.

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  Hemos encontrado a Cristo, el Mesías. La gracia y la verdad nos han llegado por él.   I Samuel: 3, 3-10. 19. I Corintios: 6,13-15.17-20.  Juan: 1,35-42   Lectio   Del primer libro de Samuel: 3, 3-10. 19   En aquellos días, el joven Samuel servía en el templo a las órdenes del sacerdote Elí. Una noche, estando Elí acostado en su habitación y Samuel en la suya, dentro del santuario donde se encontraba el arca de Dios, el Señor llamó a Samuel y éste respondió: "Aquí estoy". Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: "Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?". Respondió Elí: "Yo no te he llamado. Vuelve a acostarte". Samuel se fue a acostar. Volvió el Señor a llamado y él se levantó, fue a donde estaba Elí y le dijo: "Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?". Respondió Elí: "No te he llamado, hijo mío. Vuelve a acostarte".  Aún no conocía Samuel al Señor, pues la palabra del Señor no le había sido revelada. Por tercera vez llamó el Señor a Samuel;

Lectio Divina PRIMER SABADO DEL TIEMPO ORDINARIO B. No he venido para llamar a los justos, sino a los pecadores.

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  El Señor me ha enviado para llevar a los pobres la buena nueva y anunciar la liberación a los cautivos. Hebreos: 4, 12-16.  Marcos: 2, 13-17   LECTIO   PRIMERA LECTURA De la carta a los hebreos: 4, 12-16   Hermanos: La palabra de Dios es viva, eficaz y más penetrante que una espada de dos filos. Llega hasta lo más íntimo del alma, hasta la médula de los huesos y descubre los pensamientos e intenciones del corazón. Toda creatura es transparente para ella. Todo queda al desnudo y al descubierto ante los ojos de aquel a quien debemos rendir cuentas.  Puesto que Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro sumo sacerdote, que ha entrado en el cielo, mantengamos firme la profesión de nuestra fe. En efecto, no tenemos un sumo sacerdote que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos, puesto que él mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, excepto el pecado.  Acerquémonos, por lo tanto, con plena confianza, al trono de la gracia, para recibir misericordia, hallar la gracia y obte