El amor sin medida de Dios lo ha resucitado. Aleluya!


Paz y Bien: Felices Pascuas de Resurreción


El amor sin medida de Dios lo ha resucitado.


Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. (Jn 3,16).
Tal vez muchos de nosotros nos preguntemos con cierta frecuencia, y sin lugar a dudas sin acertar a dar una respuesta correcta y objetiva al amor de Dios tan grande para toda la humanidad, manifestado en la obediencia de su Hijo Jesucristo. Uno puede pensar ¿cómo Dios pudo mandar a su Hijo a la muerte? ¿Cómo Dios puede complacerse en la muerte de su Hijo? Ciertamente esto no es así. De ninguna manera Dios ce complace en la muerte de su hijo. ¡No!. Si bien es verdad se complace en la Obediencia que Jesucristo manifiesta a la voluntad del Padre. ¿Cuál es esa voluntad del Padre? “Que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. Al descubrir Jesús la voluntad de su Padre de salvar a la humanidad entera Él mismo se ofrece por todos.
Es cierto que Jesús como todo hombre dudó, sufrió, sin embargo sabía que de su obediencia dependía la salvación de la humanidad. Para eso Dios lo había enviado al mundo para hacer realidad la presencia del reino del Padre a través del testimonio del Hijo, acreditado por la ley y los profetas y en último término por la misma palabra del Padre.
Este testimonio lo lleva a la máxima radicalidad del amor. Dar la vida por los demás. No por unos cuantos, sino por todos. Eso sí, es necesaria una característica para todos los que le conocemos a Jesús y estamos convencidos de que Él es el Camino la Verdad y la Vida. Esta característica es la fe. Creer en Él. Recordemos que la fe es la virtud del pueblo de Dios que caminaba por el desierto durante 40 años. Ellos se pusieron en marcha porque sabían que YHVH, su Dios, nos los defraudaría. YHVH había hecho una alianza con el pueblo y Dios es fiel, eternamente fiel. Por eso el pueblo caminó a la luz de la fe, sabiendo que volverían a la tierra de provisión, allí se encontrarían finalmente en libertad y alabando y adorando a Dios que los había liberado
Por lo que a nosotros toca, podemos decir que los cristianos somos las personas de la fe. Poseemos el bellísimo depósito de la fe en Dios, transmitida por los amigos, discípulos “hermanos” de Jesucristo. Él mismo infundió su Espíritu Santo para que esa fe fuera revelada y transmitida hasta el día de hoy. La fe es pues la virtud que nos invita a hacer un proceso de desposesión y de humildad, renunciar a nosotros mismos, dejar de ponernos al centro de todo y procurar dejar a Dios en quien creemos que haga su obra, la obra de la redención que es el proyecto inicial del Padre.
Hemos de tener la certeza de la fidelidad de Dios. De la misma manera que YHVH acompañó a su Pueblo. De la misma manera que YHVH proveyó a su pueblo con el alimento para cuando tenían hambre y con el agua cuando tenían sed. De la misma forma que YHVH acompañó a su pueblo en forma de nube para que el sol no les hiciera daño, así nos cuida y nos protege a nosotros, nos cuida como a las niñas de sus ojos.
El cristiano de hoy es el hombre y la mujer de la nueva y eterna alianza. Una alianza que no ha sido pactada en animales, sino en Jesucristo que es la luz. Por eso es necesario que hoy Tú y yo optemos por la luz, que reconozcamos a Jesucristo como Salvador y Señor, como la Piedra Angular que da consistencia a todo el edificio.
La vida eterna consiste en conocer a Dios y a Jesucristo a quién Dios ha enviado y propuesto como instrumento de propiciación. Ciertamente quien le conoce a Dios a través de Jesucristo posee la Vida eterna. Cristo mismo es quien granjea esta Vida eterna. Él es el pan que da la vida eterna y quien manifiesta el amor eterno de Dios para todos los hombres y mujeres de todos los tiempos y de todas las generaciones del mundo entero. Acércate a Dios humildemente y él hará su obra de salvación en Ti.
Paz y Bien
Fort Worth Texas
Mayo 4 de 2011
Fray Pablo Capuchino Misionero.

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