A Él le pido todo


3 de agosto

Desespero de todo, pero no de aquél que es vida, verdad y camino; y a él le pido todo y en él me abandono, porque él fue y es todo para mí. ¡Ay de mí!, ¡Bien mío!; yo sería todo tuyo para siempre si hubiera sabido doblegarme a tus atrayentes halagos; pero conviene que al fin me doblegue a lo que no querría doblegarme; conviene que me doblegue ante esta triste pero siempre verdadera verdad, que es la única y sola que se me ofrece: que tú quizás me debes faltar para siempre.

Padre mío, no me grite, estoy fuera de mí y me dejo llevar por lo que veo y siento. Los intentos vanos por aferrarme a lo que me dice mi guía y a la obediencia, me llevan a una situación de verdadero temor y desánimo; aunque yo los rechazo de mí y los sofoco en su primer asalto.

 (21 de agosto de 1918, al P. Benedicto de San Marco in Lamis – Ep. I, p. 1061)

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