El Amor se ha dejado hallar!
22
de enero
Padre mío, no puedo sobreponerme a este dolor; en el
esfuerzo que me supone, me siento aniquilado, me siento desfallecer; y no sabría
decirle si vivo o no en esos momentos. Estoy fuera de mí. Dolor y dulzura se
contraponen en mí y reducen mi alma a un dulce y amargo desvanecimiento.
Los abrazos del bienamado, que en este momento se
suceden con gran profusión y, diría, que sin pausa y sin medida, no son capaces
de extinguir en ella el agudo martirio de sentirse incapaz de llevar el peso de
un amor infinito.
(12
de enero de 1919, al P. Benedicto de San Marco in Lamis – Ep. I, p. 1111)
El amor se ha dejado hallar y ha despertado en mí un volcán de dolor y
de amor que me es imposible describir el agudo martirio que mi alma está viviendo.
Ya no sé si vivo o muero, sólo sé que las efusiones del Espíritu de Dios, el
amor que propina y los abrazos en que me envuelve hacen que esté fuera de mí. Aunque
en este estar fuera de mí me retorna cada vez más y con mayor intensidad a mi
realidad de criatura inmensamente amada por Dios. El volcán de fuego que el
amor de Dios ha despertado en mí me quema y no se extingue, calcina y no me
consume. Dios de amor y de bondad cuán grande y cuán profundo es el amor que
profesas a las almas que tan conscientes de su debilidad ponen toda su
confianza y su esperanza en Ti. Tú ¡oh Dios de amor! No cesas en hacerles
sentir tu amor y tu misericordia hasta que cada vez más las vas cautivando para
Ti, las vas haciendo tuyas y las vas transformando en Ti. Aquí está esta pobre
alma, mírala con ese amor y con esa compasión y haz de ella lo que mejor te
parezca mientras todo sea para bien y salvación de las almas encomendadas a
ella y para mayor gloria tuya. Amén.
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