Somos parte del Ser de Dios!
5 de enero
La cuarta máxima es
aquella de la eternidad. Poco debe importar a los hijos de Dios vivir estos
brevísimos momentos que pasan, con tal de que vivan en la gloria eternamente
con Dios. Hijita, considera que ya vas encaminada hacia la eternidad, que ya
has puesto allí un pie. Con tal de que ella sea feliz por tu causa, ¿qué
importa que estos momentos transitorios sean de sufrimiento para ti?
La quinta máxima que
yo te suplico que tengas siempre fija en la mente, es aquella del apóstol S.
Pablo: «Mira que yo no me glorío en otra cosa sino en
la cruz de mi Jesús».
Ten en tu corazón,
hijita, a Jesucristo crucificado, y todas las cruces del mundo te parecerán
rosas. Los que han sentido las punzadas de la corona de espinas del Salvador,
que es nuestra cabeza, en modo alguno sienten las otras heridas.
(15 de noviembre de 1917, a Antonieta Vona –
Ep. III, p. 822)
Dios nuestro Padre nos
ha concedido la gracia de poder ser parte de su Ser. Es verdaderamente glorioso
y maravilloso el poder descubrir que desde toda la eternidad hemos estado con
Él. Sí mis queridos Hijos esta es una realidad. Somos parte de su Ser. Acaso cuando
nos hizo, cuando nos creó, cuando nos formó no sopló su Espíritu en nosotros? Somos
de alguna manera eternos como Él y a esto es a lo que hemos de aspirar siempre
y en todo momento. Sin embargo, sabemos que en un determinado momento Dios mismo
nos envió a la tierra para que fuésemos continuadores de la instauración de su
Reino. Por eso todo hombre y mujer que se descubre y se considera hijo e hija
de Dios nunca ha de poner sus aspiraciones en este mundo donde somos peregrinos
y forasteros. El recordar nuestra verdadera identidad y nuestra peregrinación
terrena ha de hacer que constantemente aspiremos a la Patria Eterna donde
podamos compartir plenamente la vida con Aquel que nos ha creado. Por eso evita
todo aquello que te separe del anhelo de vivir dichosamente en el cielo. No te
dejes envolver por las patrañas de este mundo ni por aquello que aparentemente
es algo tan sublime, tan hermoso y tan bueno que haga que alejes tu mente, tu
corazón y tu vida de Dios y de su Reino. Nunca pienses que las situaciones y
circunstancias adversas que te tocan vivir sean por motivo de que Dios se ha
olvidado de Ti, piensa simplemente que en esos momentos estás más cerca de la
Patria Celestial porque estás viviendo la realidad de la Cruz en tu vida. La Cruz
por pesada que sea, nunca será más que la de Jesucristo. Recuerda que Él la ha
cargado Contigo y por Ti. Agradécele y transfórmate en un Cireneo para los
demás, de tal manera que aquellos que no tienen la fe que tu posees, puedan descubrirla
por tus obras y le den la gloria y la alabanza a nuestro Padre Dios, creador
del universo entero.
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