El infinito Amor!


 
20 de enero

Me veo casi en la absoluta imposibilidad de poder expresar la obra del amado. El infinito amor, con la inmensidad de su fuerza, ha conquistado al fin la dureza de mi alma; y me veo anulado y reducido a la impotencia.

Él se va derramando totalmente en el pequeño vaso de esta criatura, que sufre un martirio indecible y que se ve incapaz de llevar el peso de este inmenso amor. ¡Oh! ¿Quién vendrá a sostenerme? ¿Qué haré para llevar al infinito en mi pequeño corazón? ¿Qué haré para guardarlo siempre en la estrecha celda de mi alma?

(12 de enero de 1919, al P. Benedicto de San Marco in Lamis – Ep. I, p. 1111)

 

Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo. ¿Qué misterio es este? Yo sumergido en el Océano de tu divinidad, en el mar de tu misericordia y en la infinitud de tu amor. Es imposible l poder decir con palabras lo que Dios va generando en el alma que se confía a tu cuidado. Lo primero que nos haces sentir es que no estamos solos y por eso la vida que concedes a tus elegidos es la vida del dolor y del sufrimiento. Sólo las almas elegidas pueden descubrir y aquilatar el inmenso valorar del sufrimiento, del destierro, de la contrariedad y de la falta de comprensión. Pero ¡oh que maravilloso es descubrir que este es el camino de los santos! Tú Dios mío poco a poco vas conquistando el alma de toda aquella persona que va descubriendo poco a poco el inmenso amor que le tienes. Dicha alma llega a tal grado de minoridad que solo queda delante de ella la inmensidad del tu Amor, Eterno Dios Vivo y Verdadero. El ser de la persona se ve cada vez más anonadado ante tu grandeza y al mismo tiempo es testigo de la elevación que Tú le ofreces tras dejarse cautivar por Ti. Oh terrible misterio que Dios haya querido venir a vivir, a habitar en las personas que se lo permiten. Que Tú mismo dulce Amor de mi alma seas mi fortaleza, mi amparo, mi defensa y mi vida eterna.

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