María te conforte y te cubra con su manto.
15 de agosto
¡La Virgen
santísima, de la que hoy la Iglesia entera celebra su asunción al cielo, le
conforte como siempre y le libre de todo peligro!
¿Quién podrá
agradecerle como se merece las continuas informaciones, siempre óptimas, que hasta
ahora me ha ido regalando? Me faltan las palabras adecuadas para hacerlo, pero
el corazón lo suple todo.
Yo y las almas
elegidas le acompañamos en todas partes con la oración fervorosa y continua a
Jesús. Todos nosotros compartimos su situación amarguísima; todos nosotros
vivimos de su misma vida; y todos esperamos con gemidos el felicísimo momento
en que el dulcísimo Señor nos permita abrazarlo de nuevo.
¡Valor!,
padre; ese día no tardará en llegar, y será cuando menos lo pensemos. Ese
hermoso día está ya cerca; y felices las almas que podrán gritar con gozo «Es el Señor quien lo ha hecho». Todos
nosotros nos uniremos a ellas para cantar este cántico eterno de alabanza a
Dios, porque ese día aparecerá «milagroso
a nuestros ojos», por el triunfo de la justicia sobre la maldad.
Ese hermoso
día que se aproxima, no puede ser sino obra de solo Dios; y Dios lo realizará
para resurrección de muchos y para triunfo de su gloria ¡Demos gracias a Dios!
Todas las
almas que usted bien conoce caminan «en
santidad y justicia en presencia del Señor». Alabemos a Dios por todo esto.
(15 de agosto de 1916, al P.
Agustín de San Marco in Lamis – Ep. I, p. 798)
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