LECTIO DIVINA SEGUNDO VIERNES DE PASCUA. No se expongan a luchar contra Dios
El
Señor es mi luz y mi salvación,
¿a
quién voy a tenerle miedo?
El
Señor es la defensa de mi vida,
¿quién
podrá hacerme temblar?
Hechos
5, 34-42 Salmo 26 Juan 6, 1-15
LECTIO
1ª
Lectura (Hech 5, 34-42)
Del
libro de los Hechos de los Apóstoles
En
aquellos días, un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley y respetado por
todo el pueblo, se levantó en el sanedrín, mandó que hicieran salir por un momento
a los apóstoles y dijo a la asamblea:
"Israelitas,
piensen bien lo que van a hacer con esos hombres. No hace mucho surgió un tal
Teudas, que pretendía ser un caudillo, y reunió unos cuatrocientos hombres. Fue
ejecutado, dispersaron a sus secuaces y todo quedó en nada. Más tarde, en la
época del censo, se levantó Judas el Galileo y muchos lo siguieron. Pero
también Judas pereció y se desbandaron todos sus seguidores. En el caso
presente, yo les aconsejo que no se metan con esos hombres; suéltenlos. Porque
si lo que se proponen y están haciendo es de origen humano, se acabará por sí
mismo. Pero si es cosa de Dios, no podrán ustedes deshacerlo. No se expongan a
luchar contra Dios".
Los
demás siguieron su consejo: mandaron traer a los apóstoles, los azotaron, les
prohibieron hablar en nombre de Jesús y los soltaron. Ellos se retiraron del
sanedrín, felices de haber padecido aquellos ultrajes por el nombre de Jesús.
Y
todos los días enseñaban sin cesar y anunciaban el Evangelio de Cristo Jesús,
tanto en el templo como en las casas.
Palabra
de Dios.
A. Te
alabamos, Señor.
Lucas
presenta siempre a los fariseos bajo una luz favorable. De Gamaliel dice que es
fariseo, es decir, uno de los que, además de llevar una vida observante, creen
en la resurrección. La intervención del doctor de la Ley se muestra prudente y
resulta decisiva. A partir de dos
ejemplos
de rebeliones, citados asimismo por el historiador Flavio Josefo, que acabaron
al poco de empezar, enuncia un principio de no intervención, en nombre de la
constante intervención de Dios en favor de su pueblo. No se puede ir contra el
obrar divino mediante una intervención humana.
Los
apóstoles quedan en libertad después de -como Jesús- haber sido azotados. Es
digna de señalar la alegría que sienten por haber merecido ese ultraje por amor
al Nombre. Aparece aquí un eco de la realización de la bienaventuranza de los
perseguidos: «Bienaventurados serán cuando los hombres los odien, cuando los
expulsen, los injurien y proscriban su nombre como malo por causa del Hijo del
hombre» (Lc 6,22). Pero hemos de señalar también que aquí se habla del Nombre
en absoluto para indicar a Jesús. En el judaísmo se empleaba la expresión «el
Nombre para decir «Dios». Los Hechos de los Apóstoles llevan a cabo está
atrevidísima sustitución para expresar que Dios obra en Jesús, que Dios se
identifica con él.
Más
aún: el hecho de que los apóstoles enseñen en el templo significa que, a pesar
de las incomprensiones y los abusos de poder de las autoridades, la Iglesia de
Jerusalén se consideraba aún en el ámbito del judaísmo. Ahora diríamos: era aún
una corriente», una «secta» del judaísmo. Éste, en aquel período, se mostraba,
teniendo en cuenta todos los elementos, más bien tolerante. Hasta que llegó el
ciclón Esteban, que obligó a dar un decisivo y doloroso giro, aunque vital.
Salmo
responsorial (Sal 26)
R. El
Señor es mi luz y mi salvación. Aleluya.
L. El
Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo? El Señor es la
defensa de mi vida, ¿quién podrá hacerme temblar? / R.
L. Lo
único que pido, lo único que busco, es vivir en la casa del Señor toda
mi vida, para disfrutar las bondades del Señor y estar continuamente en su presencia./
R.
L. La
bondad del Señor espero ver en esta misma vida. Ármate de valor y fortaleza
y en el Señor confía. /R.
Aclamación
antes del Evangelio (Mt 4, 4)
R.
Aleluya, aleluya. No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda
palabra
que sale de la boca de Dios.
R.
Aleluya.
Evangelio
(Jn 6, 1-15)
Del
santo Evangelio según san Juan
A.
Gloria a ti, Señor.
En
aquel tiempo, Jesús se fue a la otra orilla del mar de Galilea o lago de Tiberíades.
Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía curando a los
enfermos. Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos.
Estaba
cerca la Pascua, festividad de los judíos. Viendo Jesús que mucha gente lo
seguía, le dijo a Felipe: "¿Cómo compraremos pan para que coman
éstos?". Le hizo esta pregunta para ponerlo a prueba, pues el bien sabía
lo que iba a hacer. Felipe le respondió: “Ni doscientos denarios de pan
bastarían para que a cada uno le tocara un pedazo de pan". Otro de sus
discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: “Aquí hay un muchacho
que trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es eso para tanta
gente?”. Jesús le respondió: "Díganle a la gente que se siente". En
aquel lugar había mucha hierba. Todos,
pues,
se sentaron ahí; y tan sólo los hombres eran unos cinco mil.
Enseguida
tomó Jesús los panes, y después de dar gracias a Dios, se los fue repartiendo a
los que se habían sentado a comer. Igualmente les fue dando de los pescados
todo lo que quisieron. Después de que todos se saciaron, dijo a sus discípulos:
"Recojan los pedazos sobrantes, para que no se desperdicien”. Los
recogieron y con los pedazos que sobraron de los cinco panes llenaron doce
canastos.
Entonces
la gente, al ver el signo que Jesús había hecho, decía: “Éste es, en verdad, el
profeta que habría de venir al mundo". Pero Jesús, sabiendo que iban a
llevárselo para proclamarlo rey, se retiró de nuevo a la montaña, él solo.
Palabra
del Señor.
A.
Gloria a ti, Señor Jesús.
El
milagro de la multiplicación de los panes introduce, de manera simbólica, en el
magno «discurso de pan de vida» y está situado en el centro de la actividad pública
de Jesús. Se trata de un signo querido por el Maestro para revelarse a sí
mismo. Sin embargo, Juan presenta el signo como el nuevo milagro del mar (cf.
Ex 16), hecho por Jesús, nuevo Moisés, en un nuevo Éxodo, y como símbolo de la
eucaristía, cuya institución durante la última cena, a diferencia de los
sinópticos, no cuenta el cuarto evangelio.
El
fragmento manifiesta un significado cristológico y sacramental preciso. Este
sentido no es tanto saciar el hambre de la muchedumbre, como revelar la gloria
de Dios en Jesús, Palabra hecha carne. El texto está dividido de este modo: a)
introducción histórica (vv. 1-4); b) diálogo entre Jesús y los discípulos (vv.
5-10); c) descripción del signo -milagro (vv. 11-13); d) incomprensión de la
muchedumbre y soledad de Jesús, que se retira a rezar en el monte (vv. 14s).
Para
Juan, Jesús es aquel en quien se cumple el pasado y se realizan todas las
esperanzas de Israel. En efecto, el pan que el Maestro va a dar al pueblo
perfecciona -superándola- la pascua judía y pone el gran milagro bajo el signo
del banquete eucarístico cristiano. Jesús
habla,
en primer lugar, a la gente que le sigue de la nueva alianza con Dios y de la
vida eterna (a la que está destinada la humanidad). A continuación, toma la
iniciativa y llama la atención del apóstol Felipe sobre la dificultad del
momento. La solución humana no basta para saciar las necesidades del hombre (v.
7). Es Jesús quien va a satisfacer en plenitud todas las necesidades.
El
alimento se multiplica en sus manos. Todos quedan alimentados hasta tal punto
que, por indicación de Jesús, se recoge lo que ha sobrado en doce cestos «para
que no se pierda nada» (vv. 12s). Con el signo del pan, Jesús se presenta como
el Mesías esperado que sacia el hambre de su pueblo sin bajar a compromisos con
el proyecto que el Padre ha trazado.
MEDITATIO
La
intervención de Gamaliel resulta al final favorable a los apóstoles. Su
principio de no intervención -si la novedad no es de Dios, no durará; y si es
de Dios, es inútil oponerse a ella- se cita con frecuencia como ejemplo de
consejo sabio y prudente. Aunque no siempre está
dictado
por la sabiduría, porque puede meterse por medio la pereza, cierto deseo de
vivir tranquilo, de dejar correr las cosas -incluso se podría incurrir en
fatalismo- sin embargo, cuando está dictado por un espíritu de fe en el Dios
que obra en la historia, es, a buen seguro, un hecho positivo.
Es
preciso poner en circulación, al menos en circunstancias parecidas, el criterio
sugerido por Gamaliel, especialmente en Occidente, donde todo parece depender
de nosotros y donde, hasta en las cosas de Dios, es el principio de la
eficiencia el que dicta la ley. Es necesario adquirir de nuevo el sentido de
Dios, que obra de continuo, que puede obrar, que está presente tanto en los
fenómenos grandes como en los pequeños. Es necesario que seamos más humildes
frente a los problemas de la salvación. En ellos el protagonista es Dios; nosotros
somos sólo pobres y pequeños colaboradores.
Lo que
se nos pide es que no «arruinemos los planes de Dios, que discernamos más bien,
con humildad, su acción, para secundarla, no para ponernos por encima de ella.
ORATIO
¡Qué
presuntuoso y ciego soy, Señor, con mis programas, mis planes, mis
organigramas, mis proyectos, proyecciones, mi organización! Me ocurre a menudo,
Señor, que intento administrar tu «empresa» de salvación como si me
perteneciera y debiera obtener de ella la mayor utilidad posible. Cautivado del
todo por afán de eficiencia, me olvido de preguntarme sobre lo que estás
haciendo, me olvido de preguntar lo que estás llevando a cabo.
Y así,
sin darme cuenta, quisiera que tú entraras mis planes. Y, así, tus sorpresas -¡que
son muchas!- me inquietan y me turban. Concédeme el espíritu de sabiduría y de
discernimiento para que sea capaz de encontrar el justo camino entre lo que
debo dejarte hacer a ti y lo que a mí me corresponde. Concédeme hoy, sobre
todo, la humildad necesaria para aceptar lo que tú quieres y para
secundar de corazón tus planes, misteriosos con frecuencia, pero siempre
infalibles.
CONTEMPLATIO
Os
suplico que os establezcáis totalmente en Dios para todos vuestros asuntos, sin
fiaros de vuestro poder o saber, ni tampoco de la opinión humana. Con esta
condición, os considero armados contra todas las grandes adversidades
espirituales y corporales que os puedan sobrevenir.
En
efecto, Dios sostiene y fortifica a los humildes, especialmente a aquellos que,
en las cosas pequeñas y bajas, han visto sus debilidades como en un claro
espejo y se han vencido. Cuando esos hombres se sienten presa de tribulaciones
superiores a todas las que han conocido, nada puede derrumbarlos, porque tienen
la seguridad, en virtud de la grandeza de su confianza en
Dios,
de que nada puede acontecerles sin su permiso y sin su consentimiento
(Francisco Javier).
ACTIO
Repite
con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Espera
en el Señor y sé fuerte» (Sal 26,14a).
PARA
LA LECTURA ESPIRITUAL
Una
lectura espiritual no significa sólo leer sobre personas o cosas espirituales.
Es también leer espiritualmente, es decir, de manera espiritual, a saber: leer
con el deseo de que Dios venga más cerca de nosotros.
La
mayoría de nosotros lee para adquirir conocimiento o para satisfacer su propia
curiosidad. El fin de la lectura espiritual, sin embargo, no es apoderarse del
conocimiento o de la información, sino dejar que el Espíritu de Dios señoree
sobre to dos nosotros. Por muy extraño que pueda parecer, la lectura espiritual
significa dejar que Dios nos lea. Podemos leer con curiosidad la historia de
Jesús y preguntarnos: «¿Ha sucedido de verdad? ¿Quién ha compuesto esta
historia y cómo lo ha hecho?». Pero también podemos leer la misma historia con
atención espiritual y preguntarnos: «¿De qué modo me habla Dios aquí y me
invita a un amor más generoso?». Podemos leer las noticias de cada día
simplemente para tener algo de que hablar en nuestro trabajo. Pero también
podemos leerlas para hacernos más conscientes de la realidad del mundo, que
tiene necesidad de las palabras y de la acción salvífica de Dios. El problema
no es tanto lo que leamos, sino cómo leamos. La lectura espiritual es una
lectura que se hace prestando una atención interior al movimiento del Espíritu
de Dios en nuestra vida exterior e interior. Esta atención permitirá que Dios
nos lea y nos explique lo que verdaderamente estamos haciendo (H. J. M. Nouwen,
Vivere nello Spirito, Brescia 19984, 64s).
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