LECTIO DIVINA VIERNES 4ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 LECTIO DIVINA VIERNES 4ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Sirácide (Eclesiástico): 47, 2-13. Marcos: 6, 14-29

Tu alabanza está siempre en la veracidad de mis labios


 

 

LECTIO

 

PRIMERA LECTURA

David amaba con toda el alma a su creador y le entonaba canciones de alabanza.

Del libro del Sirácide (Eclesiástico): 47, 2-13

 

Como se aparta la grasa para los sacrificios, así fue escogido David entre los hijos de Israel. Él jugaba con leones, como si fueran cabritos y con osos, como si fueran corderos. Joven aún, mató al gigante y lavó la deshonra de su pueblo: hizo girar su honda y de una pedrada derribó la soberbia de Goliat. Porque invocó al Dios altísimo, él le dio fuerza a su brazo para aniquilar a aquel poderoso guerrero y restaurar el honor de su pueblo. Por eso celebraban con canciones su victoria sobre diez mil enemigos, y lo bendecían en nombre del Señor. 

Ya cuando era rey, peleó con todos sus enemigos y los derrotó. Aniquiló a los filisteos y quebrantó su poder para siempre. Por todos sus éxitos daba gracias al Dios altísimo y lo glorificaba. Amaba con toda el alma a su creador y le entonaba canciones de alabanza. 

Instituyó salmistas para el servicio del altar, que con sus voces hicieron armoniosos los cantos. Celebró con esplendor las fiestas y organizó el ciclo de las solemnidades. El santuario resonaba desde el alba con alabanzas al nombre del Señor. El Señor le perdonó sus pecados y consolidó su poder para siempre. Le prometió una dinastía perpetua y le dio un trono glorioso en Israel. Por sus méritos le sucedió un hijo sabio, que vivió en paz: Salomón fue rey en tiempos tranquilos, porque Dios pacificó sus fronteras; le construyó un templo al Señor y le dedicó un santuario eterno.

 

Palabra de Dios. 

R./Te alabamos, Señor.

 

El libro del Eclesiástico o del Sirácida, compuesto probablemente a comienzos del siglo II antes de Cristo, era conocido hasta el siglo pasado sólo en su versión griega, realizada antes del año 132 antes de Cristo por un nieto del autor. Se trata de un libro sapiencial, y en su última parte muestra que la Sabiduría de Dios se ha manifestado en la historia de Israel. Entre otros, se habla también de David, presentado como el hombre elegido previamente por Dios para constituir el reino de Israel (v. 2). 

Las empresas de David están narradas de una forma poética y épica, como empresas de un héroe casi sobrehumano, un héroe que es tal sólo porque ha sido guiado por la mano de Dios. La grandeza de David consiste precisamente en someterse al Señor y en invocar su protección: «Porque él invocó al Señor Altísimo» (v. 5), «Por todas sus empresas daba gracias al Altísimo» (v. 8), «Puso arpas para el servicio del altar» (v. 9).  

Por esta fidelidad que mantuvo, y no por su fuerza de bandolero, le perdonó el Señor sus pecados y le concedió el reino, la victoria y, sobre todo, la descendencia mesiánica (v. 11). 

 

EVANGELIO

Es Juan, a quien yo le corté la cabeza, y que ha resucitado.

Marcos: 6, 14-29

 

En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido tanto, llegó a oídos del rey Herodes el rumor de que Juan el Bautista había resucitado y sus poderes actuaban en Jesús. Otros decían que era Elías; y otros, que era un profeta, comparable a los antiguos. Pero Herodes insistía: "Es Juan, a quien yo le corté la cabeza, y que ha resucitado". 

Herodes había mandado apresar a Juan y lo había metido y encadenado en la cárcel. Herodes se había casado con Herodías, esposa de su hermano Filipo, y Juan le decía: "No te está permitido tener por mujer a la esposa de tu hermano". Por eso Herodes lo mandó encarcelar.

Herodías sentía por ello gran rencor contra Juan y quería quitarle la vida; pero no sabía cómo, porque Herodes miraba con respeto a Juan, pues sabía que era un hombre recto y santo, y lo tenía custodiado. Cuando lo oía hablar, quedaba desconcertado, pero le gustaba escucharlo. 

La ocasión llegó cuando Herodes dio un banquete a su corte, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea, con motivo de su cumpleaños. La hija de Herodías bailó durante la fiesta y su baile les gustó mucho a Herodes y a sus invitados. El rey le dijo entonces a la joven: "Pídeme lo que quieras y yo te lo daré". Y le juró varias veces: "Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino". 

Ella fue a preguntarle a su madre: "¿Qué le pido?". Su madre le contestó: "La cabeza de Juan el Bautista". Volvió ella inmediatamente junto al rey y le dijo: "Quiero que me des ahora mismo, en una charola, la cabeza de Juan el Bautista". 

El rey se puso muy triste, pero debido a su juramento y a los convidados, no quiso desairar a la joven, y enseguida mandó a un verdugo que trajera la cabeza de Juan. El verdugo fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una charola, se la entregó a la joven y ella se la entregó a su madre. 

Al enterarse de esto, los discípulos de Juan fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron. 

 

Palabra del Señor. 

R./Gloria a ti, Señor Jesús.

 

La redacción que nos presenta Marcos del martirio de Juan el Bautista es la más extensa, comparada con las de Mateo y Lucas. Nos refiere primero las opiniones de la gente sobre la identidad de Jesús, en respuesta a las preguntas de Herodes (el tema se repite en  Mc 8,27ss, donde es el mismo Jesús quien interroga a sus discípulos). Herodes, atormentado por los remordimientos, cree reconocer en el Nazareno al profeta que él había hecho matar (v. 16): así es como queda introducida la narración. 

Se habla, en primer lugar, del arresto de Juan a causa de Herodías: el relato entra de inmediato en el meollo, señalando la valiente acusación al rey como causa del martirio del profeta (vv. 18-20). Sigue la narración dramática de las intrigas de Herodías, con la figura de Salomé reducida a instrumento por su pérfida madre (vv. 21-25). Herodes aparece aquí más como un hombre débil que como un malvado, súcubo de su mujer, incapaz de resistir a su instinto. Víctima de su mismo imprudente juramento, debe ordenar contra su propia voluntad la decapitación del profeta (vv. 26-28). Sin embargo, el remordimiento le perseguirá. 

El relato se cierra con un toque de piedad: se entrega el cuerpo del profeta a sus discípulos, que le dan sepultura (v. 29).

 

MEDITATIO

 

La grandeza de un hombre, según los criterios de la Biblia, se mide por su fidelidad a la Ley del Señor. En esto, las figuras, por otra parte tan diferentes, de David y Juan el Bautista pueden ser asociadas. 

Fidelidad al Señor significa asimismo claridad de juicio y valor en el testimonio. David muestra su fuerza de ánimo cuando hace frente al gigante y cuando combate a los enemigos de Israel, pero sobre todo cuando reconoce, con humildad, su pecado. Se le recuerda no tanto por haber unificado las tribus de Israel bajo su trono, sino por haberse sometido a la palabra del profeta que le fue dirigida en nombre de Dios. Juan no tuvo miedo ante el poderoso Herodes y no vacilo en pronunciar el juicio que le sugería la inspiración del Señor. 

La fe es un don frágil y pesado al mismo tiempo. Frágil, porque basta con poco para ahogarla dentro de nosotros; pesado, porque implica un cambio radical en nuestros criterios y en toda nuestra vida. Ahora bien, la palabra pesado tiene en hebreo la misma raíz que la palabra gloria: la gloria del Señor, que acoge junto a sí a David y al Bautista, es la contrapartida de un «peso» llevado con alegría, porque es «un yugo suave y ligero» (cf. Mt 11,30).

 

ORATIO

 

            Líbrame, Señor, de la tentación de buscar la gloria humana y de creer en las lisonjas del poder terreno. Son demasiadas las veces que el deseo de sobresalir, de asegurarme privilegios, de entrar en familiaridad con las personas «importantes», me lleva a olvidar la coherencia y la fidelidad a tus enseñanzas. 

Señor, hazme firme en la fe. Concédeme el coraje que no tengo. Hazme superar el respeto humano que me impide dar testimonio de ti frente al mundo. 

Haz que no vacile ante el deber de elegir. El débil Herodes, la oportunista Herodías, la superficial Salomé, están muy cerca de mí: concédeme, Señor, la fuerza de ponerme de parte de Juan el Bautista, de parte de la verdadera vida. Haz que no tenga más que tu Palabra en mi cabeza.

 

CONTEMPLATIO

 

El que se mira sólo a sí mismo vive con poco temor de Dios, no observa la justicia; más aún, la traspasa y comete muchas injusticias; se deja contaminar por las lisonjas de los hombres unas veces por dinero, otras por complacer a quienes le piden un favor que será una injusticia obtenerlo; otras veces, para huir del castigo por la falta que había cometido, será liberado, allá donde la vara de la justicia debía caerle encima. Ése ha obrado como hombre inicuo. [...] ¿Cuál es el motivo? Tener amor propio, que es de donde brotan las injusticias. [...] Y, sin embargo, os digo que quisiera que fuerais justos, que reluciera en vuestro pecho la perla de la justicia (Catalina de Siena, Le lettere, Milán 1987, pp. 393ss [edición española: Obras de santa Catalina de Siena, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1996]).

 

 

ACTIO

 

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:

 

«Por todas sus empresas daba gracias al Altísimo» (Eclo 47,8).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

 

Los periódicos están repletos de noticias alarmantes: corrupción, administradores que no respetan las leyes, juntas que caen, funcionarios envueltos en tormentas de escándalo, instituciones inoxidables corrompidas por la herrumbre de la sospecha. Dichosos vosotros si, en el asedio de los problemas comunitarios que os acosan, en el tráfico de las preocupaciones políticas que os angustian, en la encrucijada de los delicadísimos equilibrios que os mantienen como funámbulos suspendidos en el vacío, sois lo suficientemente testarudos para encontrar el espacio necesario para descongestionaros del afán de las cosas y para reconstruiros, en el interior de la familia, gruesas capas de humanidad. Lo sabéis: el pueblo os propone muchos problemas (la casa, el trabajo, la enseñanza, la salud) para que se los resolváis, y debéis hacerlo dando siempre prioridad a la parte más indefensa de vuestra gente. Con todo, existe la impresión de que, en ocasiones, el timonel de la barca sigue rumbos impuestos por los jeques locales, no por la gente pobre, y que las velas recogen sólo los vientos de quienes tienen más resuello en el cuerpo, y no los suspiros de quienes jadean porque carecen de todo.

Tened el coraje de oponeros, pagando incluso con vuestra propia persona, cuando en la distribución de los cargos, en la asignación de las contratas de trabajo, en la elaboración de planes de fabricación, en la destinación de las áreas urbanas, se tienen presentes los intereses de los que están bien y se pisotean los derechos primarios de los que están sumidos en la desesperación o, en todo caso, se suplantan las exigencias de la comunidad. Frente [a la tragedia] que se consuma ante la indiferencia general, ¿cuáles deben ser las actitudes de las personas civiles que apenas quieren comenzar a deletrear el alfabeto de la solidaridad? En primer lugar, es menester denunciar los da ños ya ocasionados (A. Bello, Vegliare nella notte, Cinisello E 1995, pp. 9, 32ss, 164 [edición española: Asoma la esperanza, Ediciones Sígueme, Salamanca 1997]).

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