NUEVE DÍAS ACOMPAÑADOS POR SANTA VERÓNICA GIULIANI. QUINTO DÍA Verónica: Abrasada por el fuego de Jesús eucaristía 5-9

 NUEVE DÍAS ACOMPAÑADOS POR SANTA 

VERÓNICA GIULIANI 



 

QUINTO DÍA

 

Verónica: Abrasada por el fuego de Jesús eucaristía 5-9

 

Por la señal de la Santa Cruz +

De nuestros enemigos +

Líbranos Señor, Dios nuestro +

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo Amén.

 

Acto de contrición:

 

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas, a mí me pesa Señor, pésame en el alma y en todo mi corazón el haberte ofendido. Yo creo y propongo firmemente la enmienda de nunca más pecar, de apartarme de las ocasiones, de confesarme y de cumplir la penitencia que me fuera impuesta por mis pecados. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu misericordia infinita que me perdonarás y me darás luz y gracia para enmendarme y perseverar en tu santo servicio hasta el último instante y fin de mi vida amén.

 

Oración preparatoria:

 

Dios de Amor y Misericordia que en la pasión de tu Hijo Amado nos has manifestado los tesoros del reino por su muerte y resurrección concédenos a ejemplo de Santa Verónica, vivir de tal manera que anhelando los bienes eternos, nos esforcemos en la práctica generosa de la caridad, por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén

 

Lectura bíblica: Lucas Juan 6,48-58

 

“Yo soy el pan que da vida. Los antepasados de ustedes comieron el maná en el desierto, y a pesar de ello murieron; pero yo hablo del pan que baja del cielo, quien come de él, no muere. Yo soy ese pan vivo que ha bajado del cielo: el que come de este pan, vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi propio cuerpo. Lo daré por la vida del mundo.

Los judíos se pusieron a discutir unos con otros:

--¿Cómo puede éste darnos a comer su propio cuerpo?

Jesús les dijo:

-Les aseguro que si ustedes no comen el cuerpo del Hijo del hombre y beben su sangre, no tendrán vida. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo lo resucitaré en el día último. Porque mi cuerpo es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, vive unido a mí, y yo vivo unido a él. El Padre, que me ha enviado tiene vida, y yo vivo por él; de la misma manera, el que se alimenta de mí, vivirá por mí. Hablo del pan que ha bajado del cielo. Este pan no es como el maná que comieron sus antepasados de ustedes, que a pesar de haberlo comido murieron; el que come de este pan, vivirá para siempre”.

 

Para orar:

 

Señor nuestro Jesucristo rostro humano de Dios y rostro divino del hombre,manifestación infinita de la misericordia del Padre, derrama sobre nosotros la Luz de tu Espíritu Santo para que podamos saber lo que te es grato, y cultivar así en nosotros la gracia de la santidad que Tú oh, Augusta Trinidad, has querido compartirnos.

Te pedimos por intercesión de Santa Verónica nos concedas el arrepentimiento de nuestros pecados, y la generosidad para darte a conocer a todos los que están cerca y lejos de Ti. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

Del Diario de Santa Verónica Giuliani:

 

"Has deseado que todos meditemos sobre este Divino Sacramento a fin de que comprendamos tan gran creación de amor. Dios la instituyó para permanecer con nosotros, para ser alimento de nuestra alma, para nuestro provecho.

¡Oh, Dios! Es un tema que da locura el sólo pensarlo. ¡Oh! ¡Piensen, para que lo reciban con sentimiento! ¡Y que con verdadero sentimiento lo tienen en las manos otros sacerdotes! Yo pienso que no sólo está presente entre vosotros en el acto de la consagración, sino que incluso nos transformamos en el mismo Dios.

Soy de la opinión que nos transformamos en fuego, y, teniendo entre las manos al Divino Amor, pienso que nos quemaríamos todos, y que no podría yo explicar con palabras cuanto hace y obra en aquel instante en vuestras almas el Divino Hacedor.

Y de las veces que me he puesto a meditar un poco, he ido pensado que, si de veras pensáramos en esta obra divina, seguro que nos enloqueceríamos por la vehemencia y fuerza que da tan grande amor.

¡Oh, Dios! Nuestro corazón se convierte en divino templo de la Santísima Trinidad. Puedo expresarlo en aquel acto de la Comunión: AVE, TEMPLUM TOTIUS TRINITATIS. (Ave, templo de toda la Trinidad) Lo que la mente humana no puede comprender, viene a integrarse y a unirse con nuestras almas, y se hace una con nosotros.

¿Y quién no se resolverá jamás a amar a Quién tanto les beneficia y ama? ¿Cómo puede uno reposar la noche anterior si piensa en esto? No creo que se tengan deseos de dar reposo al cuerpo, sino que todos nuestros pensamientos sean de cómo se puede preparar el alma para tan gran bien."

 

Reflexión:

 

Todos tenemos la inmensa posibilidad de participar del “Banquete de bodas del Cordero” donde Él nos alimenta con su cuerpo y con su sangre. Realmente poca será siempre nuestra preparación para recibirle en comunión sacramental. ¡Oh! Si reparáramos en este deleite, en este inmenso don, en este Pan de los ángeles que ha bajado del Cielo, nuestra vida estaría toda ella volcada a la adoración de Jesús en este Augusto Sacramento.

El simple hecho de pensar ya en su presencia real nos debe conducir perpetuamente hasta el Sagrario donde está Jesús Sacramentado. Pero, ante todo, nos ha de consumir el anhelo de recibirle en comunión. Nuestra alma ha de temblar, de desfallecer anhelando el momento de recibirle sacramentado, resucitado. ¿Existe otro don que el cristiano pueda desear mayor a Este? ¡No! ¡Claro que no! 

Al recibir a Jesucristo en la Eucaristía, nos convertimos en templos de la Santísima Trinidad, donde el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo nos hacen uno con ellos y de esta manera degustamos de manera anticipada la vida bienaventurada. La vida de Dios en nosotros. La vida del Reino. El amor de Dios continúa haciéndose presente en fidelidad para todos los que le deseen. Corramos pues al encuentro del Señor y saciémonos del Alimento que nos da la vida eterna.

 

Para revisar nuestra vida:

 

1ª. ¿Qué significa para mí la Eucaristía?

. ¿Cómo me preparo para comulgar?

. ¿Con qué frecuencia voy a visitar a Jesús en el Sagrario?

. ¿Soy consciente de que al recibirle me convierto en Él?

. ¿Recibo todos los días este Alimento que me da la Vida eterna?

 

Oremos juntos:

Se rezan tres Padre Nuestro y tres Ave María con Gloria al Padre con la siguiente jaculatoria

Santa Verónica Giuliani, Ruega por nosotros que recurrimos a Vos.

 

Oremos:

 

Concédenos, señor, participar con fe del sacrificio eucarístico y de acercarnos con corazón puro a tu mesa para recibir el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, a fin de que crezca en nosotros la vida divina. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.

 

Oración final:

 

Señor, Dios nuestro, que hiciste admirable por las señales de la pasión de tu Hijo a tu virgen santa Verónica, haz que, por su intercesión y ejemplo, aceptemos humildemente la cruz de Cristo para llegar a la gloria de su resurrección. Por Nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, que Contigo vive y reina en Unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Comentarios

Entradas populares de este blog

NOVENA COMPLETA A SANTA CLARA DE ASÍS.

TRIDUO EN HONOR A SAN FRANCISCO: Primer día

Lectio Divina Sábado Tercero de Adviento B. Retoño de Jesé, que brotaste como señal para los pueblos, ven a libramos y no te tardes.