De todo hemos de dar cuentas a Dios
5
de noviembre
¡Qué angustioso resulta pensar que uno deba dar cuenta a
Dios de los pecados que otros han cometido por culpa de una dirección
espiritual no atenta y también del bien que han dejado de practicar por mi
ignorancia y - Dios no lo quiera - por mi negligencia!... Es cierto que siempre
me he encomendado a Dios en este importantísimo ministerio; pero ¿quién me
garantiza que he hecho todo lo que tenía que hacer? Dios mío, ¡ésta, hija mía,
es una espina que, aún estando siempre clavada allí, en el fondo del alma, siento
que me punza de continuo! ¡Ah!, hija, ruega mucho por el desempeño fructuoso de
mi ministerio y, si el buen Dios te lo permite, dime alguna palabra que me lo
garantice.
(9 de abril de 1918, a María Gargani – Ep.
III, p. 312)
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