En el silencio de tu corazon adora a Dios eternamente
27 de noviembre
Me dices que,
a causa de tu espíritu somnoliento, distraído, voluble, miserabilísimo, al que
se unen muchas veces las molestias físicas, no consigues permanecer en la
iglesia más de una hora y media. No sufras por esto, basta que evites darles la
ocasión, esforzándote en vencer toda molestia y todo aburrimiento, y no canses
orgullosamente tu espíritu con oraciones muy largas y continuadas, cuando el
espíritu y la cabeza no están para ello.
Mientras
tanto, procura a lo largo del día quedarte sola, en cuanto te sea posible y, en
el silencio de tu corazón y de la soledad, ofrece al Padre del cielo tus
alabanzas, tus bendiciones, tu corazón contrito y humillado y toda tu persona.
Y de este modo, mientras la mayor parte de las criaturas, criaturas hechas a su
imagen, olvida la bondad del Esposo divino, nosotros, con esos retiros y esas
prácticas, lo tenemos siempre cerca.
(19 de septiembre de 1914, a
Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 174)
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