Déjate abrazar por Él


 
 
4 de enero

La tercera máxima es que debes observar lo que el divino Maestro enseñó a sus discípulos: «¿Qué os ha faltado?».

Considera atentamente, mi buena hijita, este pasaje. Jesús había mandado a los apóstoles a todo el mundo, sin dinero, sin bastón, sin sandalias, sin alforjas, vestidos sólo con una túnica; y después les dijo: «Cuándo os mandé de este modo, ¿acaso os faltó algo?» Y ellos respondieron que nada les había faltado.

Ahora, yo te digo, hijita: cuando estuviste atormentada, aún en el tiempo en que, por desgracia, no sentías mucha confianza en Dios, dime, ¿en algún momento te encontraste oprimida por el sufrimiento? Me responderás que no. ¿Y por qué, pues, - agregaré yo - no tener confianza en superar todas las demás adversidades? Si Dios no te ha abandonado en el pasado, ¿cómo podrá abandonarte en el futuro, cuando ahora, más que en el pasado, quieres ser suya de aquí en adelante? No temas que te pueda ocurrir algo malo de este mundo, porque quizás no te sucederá nunca. Pero, en todo caso, si te sobreviniera, Dios te dará la fuerza para sobrellevarlo. El divino Maestro mandó a S. Pedro que caminara sobre las aguas. S. Pedro, al soplar el viento y ante el peligro de la tempestad, tuvo miedo y esto le hizo casi sumergirse; pidió ayuda al Maestro y éste le reprendió, diciendo: «Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?»; y, extendiéndole la mano, lo agarró. Si Dios te hace caminar sobre las aguas tempestuosas de la adversidad, no dudes, hijita mía, no temas; Dios está contigo; ten valor y serás liberada.

(15 de noviembre de 1917, a Antonieta Vona – Ep. III, p. 822)

 

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