Que Dios mismo te ilumine!
13 de enero
Estate atenta para no
perder de vista la presencia divina a causa de las actividades que realices. No
emprendas nunca tarea alguna u otra acción cualquiera, sin haber elevado antes
la mente a Dios, dirigiéndole a él, con santa intención, las acciones que vas a
realizar. Harás lo mismo con la acción de gracias al término de todas tus
actividades, examinándote si todo lo has realizado siguiendo la recta intención
deseada al principio; y si te encuentras manchada, pide humildemente perdón al
Señor, con la firme resolución de corregir los errores.
No debes desanimarte
ni entristecerte si tus acciones no te salen con la perfección que buscaba tu
intención; ¡qué quieres! Somos frágiles, somos tierra, y no todo terreno
produce los mismos frutos según la intención del sembrador. Pero, ante nuestras
miserias, humillémonos siempre, reconociendo que no somos nada sin la ayuda
divina.
(17 de diciembre de 1914, a Raffaelina Cerase
– Ep. II, p. 273)
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