Confía, por lo tanto, y no te desanimes.
31
de agosto
Es verdad que las tentaciones a las que me veo sometido son
muchísimas; pero confío en la divina providencia que no caeré en los lazos del
tentador. Es verdad también que Jesús con mucha frecuencia se esconde, pero
¡qué importa! Yo, ayudado por usted, buscaré seguir siempre cerca de Jesús,
pues usted me ha asegurado que no son abandonos sino bromas de amor.
¡Oh!, ¡cómo desearía en esos momentos tener a alguien que
me ayudara a moderar las ansias y las llamas que inquietan mi corazón en esos
momentos!
(4 de septiembre de 1910, al P. Benedicto de
San Marco in Lamis – Ep. I, p. 197)
En el transcurso de la vida diaria nos
vamos encontrando con diversas circunstancias que poco a poco van iluminando u
opacando nuestro ser. Las tentaciones, que vienen y son fruto del influjo del
tentador, no siempre se presentan como malas, no siempre son carnales, no
siempre atacan directamente nuestra debilidad, sino que, por el contrario,
también se nos pueden presentar de manera positiva, haciéndonos pensar que
somos buenos, agradables a Dios y a las personas, incluso que solamente nosotros
podemos tener la razón. Por todo ello, es necesario, saber discernir las
intenciones y la rectitud de conciencia y de corazón, siempre y en todo dejarnos
iluminar por el Espíritu del Señor y su santa operación, para poder confiar
verdaderamente en la providencia de Dios, que no permitirá que nuestro pie tropiece
en la piedra. Para ello, es necesario estar vigilantes, con lo ojos bien
despiertos, los oídos muy atentos a la voz de Dios y el corazón ensanchado,
dilatado de amor de Dios y de los hermanos. Es una realidad que a Dios no
siempre lo vamos a sentir, o a percibir cerca de nosotros, no siempre se hará
sentir presente, pero también es una realidad, que esto no significa que no está
cerca de nosotros, significa que estamos en Él, y por eso no podemos siempre
distinguirlo fuera de nosotros, porque estamos dentro de Él. Qué gran bondad es
esta, la de nuestro Padre Dios, que inquieta nuestro corazón, lo enciende y lo
abrasa, pero no lo consume, porque su Amor y su Fidelidad son cada vez más
grandes. Confía, por lo tanto, y no te desanimes, antes bien en tu diario vivir
buscar siempre ser consciente de su presencia en tu vida y Él te conducirá a su
monte santo, lugar de sosiego, de descanso, de amor, de ternura. Remanso de paz
y de dulzura que te ayudarán poco a poco a ir viviendo una vida más
comprometida, más cristiana. Más santa.
Pue.
31 de agosto de 2019
Paz y
Bien.
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