No te permitas jamás tal pensamiento



29 de agosto
Es equivocado querer convencerte de que, como tú dices, has sido rechazada por Jesús. ¡Oh!, confía en él y no temas; porque, además, no tienes motivo alguno para hacerlo. No es abandono, sino amor lo que te demuestra nuestro dulcísimo Salvador, y yo no tengo sentimientos adecuados para agradecer la bondad del Señor, que te trata y te protege amorosamente. El maligno quiere convencerte de que eres víctima de sus asaltos y del abandono divino. No le creas, porque quiere engañarte; desprécialo en nombre de Jesús y de su santísima Madre.
Y no te abandones jamás a ti misma; toda la confianza deposítala en sólo Dios, espera de él toda fuerza y no desees orgullosamente ser liberada del estado presente; deja que el Espíritu Santo obre en ti. Abandónate a todas sus actuaciones y no temas. Él es tan sabio, suave y discreto como para no hacer más que el bien. ¡Qué gran bondad la del Espíritu Paráclito para todos, pero cuánto mayor para ti que lo buscas!
 (29 de marzo de 1914, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 60)

El alma que siempre está presta a las inspiraciones del Espíritu Santo, jamás podrá ser rechazada por Dios. Por eso, en la búsqueda de la santidad, por el camino de la perfección evangélica que no es otro que el de nuestra consagración bautismal, el maligno se empeña en convencernos de que Dios nos rechaza, más aún nos repudia por nuestras faltas y pecados, o simplemente por nuestras debilidades. No te permitas jamás tal pensamiento, porque Dios como buen Padre Misericordioso te busca y te mira con amor, para que cada vez más vayas creciendo en la Fe, la Esperanza y la Caridad. Dios ha querido manifestarte su amor a través de la encarnación de su adorado Hijo, nuestro Señor Jesucristo, y con tan dulcísimo Salvador que quiso anonadarse, hasta aparecer en medio de nosotros y ser en todo semejante a nosotros -como dice el Apóstol de los gentiles- menos en el pecado ¿cómo te va a rechazar? Dios precisamente se hizo Hombre para abrazar nuestra humanidad y de esta manera redimirla. Confía por tanto solamente en Dios, que en su queridísimo Hijo en el Espíritu Santo te da las arras de la bienaventuranza, aquí en la vida terrenal y después en el convite eterno. Es necesario, por lo tanto, que le dejes las puertas de tu corazón, de tu mente y de tu alma al Espíritu de Dios, para que Él te vaya conduciendo suave y fuertemente por el camino que solamente le agrada al Padre. Entonces experimentarás la verdadera libertad y la alegría y felicidad absolutas, porque te sorprenderás al descubrirte verdaderamente amado por Dios.
Pue, 29 Agosto de 2019
Memoria del martirio de San Juan Bautista.

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