Permanece en el camino de la salvación





27 de agosto
¡Oh!, hija amadísima de Jesús, si estuviéramos en nuestra mano, caeríamos siempre y nunca estaríamos de pie; por eso, humíllate ante el pensamiento dulcísimo de estar en los brazos divinos de Jesús, que es el mejor de los padres, como un niño pequeño en los brazos maternos, y descansa tranquila, convencida de que eres llevada por donde encontrarás el mejor provecho. ¡¿Qué temor puede haber cuando se tiene la certeza de estar en brazos tan suaves, y cuando todo nuestro ser está consagrado a Dios?!
 (29 de marzo de 1914, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 60)


Nuestro Padre celestial es, para todos nosotros, aquel Padre que nos ha amado primero, y que nunca dejará de amarnos. nuestra pequeñez, nuestra indigencia, nuestro pecado no nos apartarán jamás de Él, sino todo lo contrario, todas estas penurias harán que su vista, su mirada, su ternura, su amor y su misericordia no dejen jamás de contemplarnos, ya que somos la máxima obra de sus manos. Es necesario, por tanto, que reparemos en este tan gran y santo amor que nos sostiene, que nos fortalece y que nos inunda de alegría y felicidad. ¡Hay! ¿Qué sería de nosotros si Dios nos dejara de su mano? sucumbiríamos al instante, no podríamos mantenernos de pié, mucho menos firmes en la Fe. ¡Cuánta humildad debe poseer el alma para reconocer que su vida depende única y exclusivamente de la de Dios! y ¡qué hermoso es ser capaz de reconocer este magnífico don! El resultado dicha experiencia es anhelar siempre estar en los brazos de tan gran bueno y santo Padre Dios. La experiencia liberadora de acunarnos en los brazos de Dios nos va llenando poco a poco de dulzura, de compasión y de alegría, pero juntamente con ellas, de una gran responsabilidad por permanecer en el camino de la salvación, por el deseo profundo y objetivo de convertirse cada día más al Señor, y de practicar con los otros la caridad, por cierto, una de las más grandes caridades, es hacer que también los demás, nuestros hermanos cercanos y lejanos, se vuelvan cada vez más a Dios. Que puedan experimentar también esta alegría, esta dicha, esta certeza de saberse en los brazos amados de Dios, y por lo tanto salvados. ¡Salvado por amor! Ante esta realidad, no queda más que corresponder a tan magnífico don, para que finalmente podamos decir de nuestro Padre Dios que siempre nos ha mirado, acariciado y amado como un padre a su hijo pequeño. Que esto haga brotar de nuestro corazón un himno de acción de gracias y un compromiso de continuar manifestando a todos este amor que nos ha amado primero. 
Pue. 27 de Agosto de 2019 


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