LECTIO DIVINA SEXTO MIÉRCOLES DE PASCUA. Aún tengo muchas cosas que decirles...


Yo le rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito
para que esté siempre con ustedes, dice el Señor

Hech 17,15- 16. 22-18, 1    Salmo 84   Juan 16, 12-15



LECTIO

PRIMERA LECTURA 
Del libro de los Hechos de los Apóstoles. 17,15- 16. 22-18, 1

En aquellos días, los cristianos que ayudaron a Pablo a escapar de Berea, lo llevaron hasta la ciudad de Atenas. Pablo los envió de regreso con la orden de que Silas y Timoteo fueran a reunirse con él cuanto antes.
Un día, mientras los esperaba en Atenas, Pablo sentía que la indignación se apoderaba de él, al contemplar la ciudad llena de ídolos. Entonces se presentó en el Areópago y dijo; "Atenienses: Por lo que veo, ustedes son en extremo religiosos. Al recorrer la ciudad y contemplar sus monumentos, encontré un altar con esta inscripción: ‘Al Dios desconocido’. Pues bien, yo vengo a anunciarles a ese Dios que ustedes veneran sin conocerlo.
El Dios que hizo el mundo y todo cuanto hay en él, siendo el Señor del ciclo y de la tierra, no habita en templos hechos por hombres, ni es servido por mano de hombres, como si necesitara de algo o de alguien; porque él es quien tía a lodos la vida, el aliento y cuanto tienen. De un solo hombre sacó todo el género humano para que habitara toda la tierra, determinó las épocas de su historia y estableció los límites y sus territorios. Dios quería que lo buscaran a él y que lo encontraran, aunque fuera a tientas, pues en realidad no está lejos de nosotros, ya que en él vivimos, nos movemos y somos. Como lo ha dicho alguno de los poetas de ustedes:'Somos su mismo linaje'.
Por lo tanto, si somos linaje de Dios, no debemos pensar que Dios es como una imagen de oro, plata o mármol, labrada artísticamente por los hombres según su imaginación. Dios no tomó en cuenta la ignorancia de la gente en tiempos pasados, pues ahora quiere que todos los hombres se conviertan, porque tiene determinado un día en el cual ha de juzgar al universo con justicia, por medio de un hombre designado por él, y ha dado a todos la prueba de esto, resucitándolo de entre los muertos”.
Al oír hablar de la resurrección de los muertos, algunos se burlaron y otros dijeron: “De esto te oiremos hablar en otra ocasión”. Entonces Pablo se retiró. Sin embargo, algunos se adhirieron a él y creyeron. Entre ellos se contaban Dionisio, el areopagita; una mujer, que se llamaba Dámaris, y algunos más. Después de esto, Pablo salió de Atenas y se fue a Corinto.

Palabra de Dios.
R./ Te alabamos, Señor.

Se trata del famoso discurso en el Areópago (probablemente el consejo de la ciudad) de Atenas. Es el primer encuentro no tanto con el paganismo, que ya había tenido lugar en otras partes, sino con la cultura pagana, con los representantes de la elite cultural del tiempo: estoicos y epicúreos. Estamos ante un discurso bien preparado, hábil; un ejemplo de inculturación que, sin embargo, no quita ni un ápice a la originalidad del mensaje cristiano. A pesar de que Pablo usa elementos de la cultura de los oyentes, citando incluso a poetas griegos, del mismo modo que citaba las Escrituras cuando se dirigía a los judíos, no hace un discurso de filósofo, sino de profeta. Anuncia a un hombre resucitado de entre los muertos, que permite vencer la ignorancia en la que cayeron durante siglos naciones enteras, es decir, la idolatría.
Pablo se alinea con los más grandes filósofos y poetas que habían criticado la idolatría, pero dice lo que no podían decir ni los filósofos ni los poetas: es posible llegar a la verdad a través de un hombre, acreditado por Dios con la resurrección de los muertos; un hombre que será también el juez final, esto es, el criterio del bien y del mal. Frente a un anuncio tan poco «racional», el auditorio, como siempre, se divide. Muchos se van con la sonrisa en los labios, otros se adhieren al anuncio.
Se ha discutido mucho si el discurso, es decir, el intento de inculturación, fue un éxito o un fracaso. Del mismo modo que se ha discutido si, después de este intento, cambió Pablo sus modalidades de anuncio. Sin embargo, parece que la intención de Lucas ha sido ofrecer el ejemplo de un modo de presentación del kerygma a los paganos cultos. Los resultados son los esperados, dado que la Palabra de Dios divide los corazones y las mentes. Con todo, hasta en la brillante y, en conjunto, superficial Atenas nace una comunidad cristiana: eso es lo importante para Lucas. Hay que recurrir a todas las modalidades de anuncio para predicar a Cristo.


SALMO RESPONSORIAL 
(Salmo 148)

R./ La gloria del Señor sobrepasa cielo y tierra. Aleluya.

L. Alaben al Señor en las alturas, alábenlo en el cielo; que alaben al Señor todos sus ángeles, celestiales ejércitos.
R./ La gloria del Señor sobrepasa cielo y tierra. Aleluya.

L. Reyes y pueblos todos de la tierra, gobernantes y jueces de este mundo; hombres, mujeres, jóvenes y ancianos, alaben al Señor y denle culto.
R./ La gloria del Señor sobrepasa cielo y tierra. Aleluya.

L. El nombre del Señor alaben todos, pues su nombre es excelso, su gloria sobrepasa cielo y tierra y ha hecho fuerte a su pueblo.
R./ La gloria del Señor sobrepasa cielo y tierra. Aleluya.

L. Que alaben al Señor todos sus fieles, los hijos de Israel, el pueblo que ha gozado siempre de familiaridad con él.
R./ La gloria del Señor sobrepasa cielo y tierra. Aleluya.

Aclamación antes del Evangelio (Jn 14,16)

R. Aleluya, aleluya.
Yo le rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes, dice el Señor.
R. Aleluya.

Evangelio 
Del santo Evangelio según san Juan 16, 12-15

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder. Él me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes”.

Palabra del Señor.
R./ Gloria a ti, Señor Jesús.

El texto incluye la quinta promesa de la misión del Espíritu, maestro y guía hacia la plenitud de la verdad. Tras una introducción al tema (v. 12), el fragento de valor teológico, se desarrolla en tres pasajes paralelos, que concluye cada uno con la misma fórmula (“se lo revelará»: vv. 13.14.15) y con una progresión temática doctrinal sobre las tres personas divinas: el Espíritu, Cristo, el Padre.
Jesús querrá revelar a los suyos muchas otras cosas, mas por ahora no pueden entenderlas. Antes tendrán que recibir el Espíritu. El Paráclito será la ayuda de los discípulos y les introducirá en «la verdad completa» (v. 13), esto es, inaugurará un período nuevo del conocimiento de la Palabra de Jesús. Su instrucción se desarrollará en lo íntimo del corazón de cada discípulo, y con ella conocerán los secretos de la verdad de Cristo y le podrán hacer entrar en ellos. La tarea del Espíritu será semejante a la de Jesús, aunque dirigida al pasado y al futuro. Del mismo modo que el Hijo, en su vida terrena, no hizo nada sin el consenso y la unidad del Padre, así el Espíritu, en el tiempo de la Iglesia pospascual, actuará en perfecta dependencia de Jesús y «dirá únicamente lo que ha oído» (v. 13c). Guiará en la comprensión interior de la Palabra de Jesús; más aún: de Jesús mismo, «y os anunciará las cosas venideras» (v. 13d), es decir, les hará ver la realidad de Dios y de los hombres, como el Padre y el Hijo la ven; les hará conocer, de modo verdadero, los acontecimientos del mundo y de la historia desde la perspectiva de la novedad iniciada por la muerte y la resurrección de Cristo, siempre nueva y creativa interiormente.

MEDITATIO

    El Espíritu prometido permitirá a los discípulos comprender las cosas de Dios tal como han sido reveladas por Jesús. El Espíritu hará la exégesis de las palabras del Señor para que puedan caminar a través de la historia con la «mente de Dios», con su modo de ver y de juzgar, de sentir y de obrar. También expresa la alteridad del discípulo y de la Iglesia respecto al mundo. El sentido de las cosas, de la historia, de los acontecimientos, está reservado a los que tienen el Espíritu. Ahora bien, es preciso que el Espíritu pueda hablar. La tradición ha hablado de la necesidad de disponer de un corazón «purificado» para comprender las cosas de Dios tal como son sugeridas por el Espíritu. El Oriente cristiano ha meditado largamente sobre la bienaventuraza: «Bienaventurados los puros de corazón, porque verán a Dios». La visión de Dios y de sus cosas, la comprensión de las palabras de Jesús, su actualización a las distintas situaciones en diferentes momentos de la historia personal o general, están reservadas a aquellos que dejan hablar al Espíritu, en un corazón purificado, progresivamente liberado de los apegos y condicionamientos mundanos. Las épocas más creativas para la fe han sido las épocas en las que se nos obligaba a la liberación interior, a la oración, a la santidad.
    Es en los santos donde las palabras del Señor se realizan al máximo. A ellos es a quienes se da la comprensión profunda de las cosas de Dios, así como una comprensión particular del momento histórico. Conocer la realidad según Dios es algo distinto al conocimiento necesario típico de la racionalidad: es dejar que el Espíritu hable en un corazón desalojado de las cosas demasiado terrenas.

ORATIO

Ayúdame, Señor, a liberarme de las demasiadas cosas que me impiden comprender «la verdad completa», comprender tu Palabra en el hoy, lo que me dices para mi hoy, lo que debo hacer aquí y ahora, sobre todo cómo debo ver mi vida y los acontecimientos que tienen que ver con mis hermanos, en la situación en que me encuentro. Purifica mi corazón para que mi ojo interior pueda ver tus caminos, para que mi oído interior pueda oír tu voluntad, para que mi instinto esté orientado hacia ti.
Las propuestas que se me hacen son múltiples. La comunicación me inunda hoy de mensajes multiformes y contradictorios. Con frecuencia no sé hacia dónde orientarme. Concédeme un corazón desprendido y vacío para dejarte hablar a ti; concédeme un corazón humilde para escuchar la voz de tu Iglesia, que me orienta. Sobre todo, haz que no esté condicionado de tal modo por las indicaciones del mundo, que siga tus indicaciones a su luz. Si quiero ser luz del mundo, debo juzgar las soluciones del mundo a la luz que viene de ti. Unas veces mediante el proceso de un delicado discernimiento; otras, con la obligada nitidez. Purifícame e ilumíname, Señor.

CONTEMPLATIO

No esperen escuchar de nosotros las verdades que el Señor no quiso decir a sus discípulos por no estar aún en condiciones de comprenderlas. Aplíquense, más bien, a progresar en la caridad, que desciende a sus corazones por medio del Espíritu Santo que les ha sido dado. Gracias al fervor de su caridad y al amor que alimentan por las cosas del alma, podrán experimentar interiormente aquella luz, aquella voz espiritual que los hombres atados a la carne son incapaces de tolerar; y que no se presentan con signos que los ojos del cuerpo pueden ver, ni se hacen oír con sonidos que los oídos pueden oír. No se puede amar, ciertamente, lo que nos es del todo desconocido. Pero amando lo que conocemos en parte, por efecto de este mismo amor se llega a conocerlo cada vez mejor, cada vez de un modo más profundo (Agustín, Comentario al evangelio de Juan, 96,4).

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Todo lo que les dé a conocer lo recibirá de mi» (Jn 16,14).


PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

    Hace varios años, tuve la oportunidad de encontrar a la madre Teresa de Calcuta. Tenía en aquel momento muchos problemas y decidí aprovechar esta ocasión para pedir consejo a la madre Teresa. Apenas nos sentamos, empecé a mostrarle todos mis problemas y dificultades, intentando convencerla de lo complicados que eran. Cuando, tras haberle expuesto elaboradas explicaciones durante unos diez minutos, me callé, la madre Teresa me miró tranquilamente y me dijo: «Bien, si dedicas una hora cada día a adorar a tu Señor y no haces nunca lo que sabes que es injusto... todo irá bien». Cuando oí estas palabras me di cuenta de improviso de que había pinchado mi globo hinchado, un globo compuesto de complicada autoconmiseración, y me había señalado, mucho más allá de mí mismo, el lugar de la verdadera curación. En realidad, quedé tan pasmado con su respuesta que no sentí ningún deseo o necesidad de continuar.
Al reflexionar sobre este breve, aunque decisivo, encuentro, me doy cuenta de que yo le había planteado una pregunta por lo bajo y ella me había dado una respuesta por lo alto. De primeras, su respuesta no parecía adecuada con respecto a mi pregunta, pero,después empecé a comprender que su respuesta venía desde el lugar Dios y no desde el lugar de mis lamentaciones. La mayoría de las veces reaccionamos a preguntas por lo bajo con respuestas por lo bajo. El resultado es que cada vez hay más preguntas y, con frecuencia, respuestas cada vez más confusas. La respuesta de la madre Teresa fue como una lámpara de luz en mi oscuridad. Conocí, de improviso, la verdad sobre mí mismo (H. J. M. Nouwen, Vivere nello Spirito, Brescia 19844, pp. 815).

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