LECTIO DIVINA SEXTO JUEVES DE PASCUA. Su tristeza se convertirá en gozo
No los dejaré
desamparados, dice el Señor; me voy, pero volveré a ustedes y entonces se
alegrará su corazón.
Hech 18,1-8 Salmo
97 Juan
16,16-20
LECTIO
PRIMERA
LECTURA (Hech 18,1-8)
Del
libro de los Hechos de los Apóstoles
En aquellos días, Pablo salió de Atenas y
se fue a Corinto. Allí encontró a un judío, llamado Aquila, natural del Ponto,
que acababa de llegar de Italia con su mujer, Priscila, en acatamiento a las órdenes
de Claudio, que expulsó de Roma a todos los judíos. Pablo se acercó a ellos, y
como eran del mismo oficio, se quedó a vivir y a trabajar con ellos. Su oficio
era fabricar tiendas de campaña. Cada sábado Pablo discutía en la sinagoga y
trataba de convencer a judíos y griegos.
Cuando Silas y Timoteo llegaron de
Macedonia, Pablo se dedicó por completo a la predicación y afirmó delante de
los judíos que Jesús era el Mesías. Como éstos lo contradecían y lo insultaban,
se rasgó las vestiduras y dijo: “Que la sangre de ustedes caiga sobre su propia
cabeza: yo soy inocente. De ahora en adelante, iré a hablar a los paganos”.
Salió de allí y entró en la casa de Tito
Justo, que adoraba a Dios, y cuya casa estaba al lado de la sinagoga. Crispo,
el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor, junto con toda su familia. Asimismo,
al oír a Pablo, muchos de los corintios creyeron y recibieron el bautismo.
Palabra de Dios.
R./ Te alabamos. Señor.
Se trata de un fragmento de crónico que nos ofrece útiles
indicaciones para comprender la vida cotidiana de Pablo y de los primeros
evangelizadores. Nos hace saber que Pablo tenía un oficio, un trabajo manual, y
lo ejercía, cosa poco conveniente para un hombre culto,
dedicado a la Palabra, entre los atenienses, pero común entre los
rabinos, que encontraban en el trabajo ocasiones de encuentro y, por
consiguiente, de enseñanza. Pablo se aloja y trabaja con una pareja de judíos
expulsados de Roma por Claudio. Información útil para la datación de este período: el decreto imperial remonta, efectivamente,
a los años 49-50.
La llegada de ayudantes
permitió a Pablo dedicarse de manera exclusiva a la predicación. Lucas lleva
buen cuidado en decir que Pablo parte siempre de los judíos: sólo tras el
enésimo rechazo, esta vez más bien violento, declara que se dirigirá «en
adelante» a los paganos. Ya lo había dicho en Antioquía de Pisidia (Hch
13,46s), y lo dirá asimismo más adelante. Se nota la preocupación del autor por
explicar los motivos del paso a los paganos. Tampoco aquí hay sólo espinas,
porque, frente a la oposición judía, se convierte nada menos que el jefe de la
sinagoga con toda su familia. Y empieza una abundante cosecha también entre los
paganos.
Una observación: no hay
síntomas de un cambio de «estrategia evangélica», como si, tras el escaso éxito
en Atenas, Pablo hubiera decidido no cambiar nada en su predicación, ni
respecto al contenido ni respecto al lenguaje. El paso de Atenas a Corinto está
presentado aquí más como una opción ulterior en favor de los paganos,
que como un cambio de método, como si Pablo estuviera
replanteándose su estrategia misionera.
SALMO
RESPONSORIAL (Sal 97)
R./
El Señor nos ha demostrado su amor y su lealtad. Aleluya.
L.
Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas. Su diestra y su
santo brazo le han dado la victoria.
R./
El Señor nos ha demostrado su amor y su lealtad. Aleluya.
L.
El Señor ha dado a conocer su victoria y ha revelado a las naciones su
justicia. Una vez más ha demostrado Dios su amor y su lealtad hacia Israel.
R./
El Señor nos ha demostrado su amor y su lealtad. Aleluya.
L.
La tierra entera ha contemplado la victoria de nuestro Dios. Que todos los
pueblos y naciones aclamen con júbilo al Señor.
R./
El Señor nos ha demostrado su amor y su lealtad. Aleluya.
ACLAMACIÓN
antes del Evangelio (Cfr. Jn 14,18)
R./
Aleluya,aleluya.
No
los dejaré desamparados, dice el Señor; me voy, pero volveré a ustedes y
entonces se alegrará su corazón.
R./
Aleluya.
+
EVANGELIO según san Juan: 16, 16-20
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
“Dentro de poco tiempo ya no me verán; y dentro de otro poco me volverán a
ver”. Algunos de sus discípulos se preguntaban unos a otros: “¿Qué querrá decir
con eso de que: 'Dentro de poco tiempo ya no me verán, y dentro de otro poco me
volverán a ver', y con eso de que: 'Me voy al Padre'?”. Y se decían: “¿Qué
significa ese 'un poco'? No entendemos lo que quiere decir”.
Jesús comprendió que querían preguntarle
algo y les dijo: “Están confundidos porque les he dicho: 'Dentro de poco tiempo
ya no me verán y dentro de otro poco me volverán a ver'. Les aseguro que
ustedes llorarán y se entristecerán, mientras el mundo se alegrará. Ustedes
estarán tristes, pero su tristeza se transformará en alegría”.
Palabra del Señor.
R./ Gloría a ti. Señor Jesús.
Jesús consuela a los suyos
de la tristeza por su partida. Les asegura que esa tristeza durará poco: «Dentro de poco
tiempo ya no me verán; y dentro de otro poco me volverán a ver» (v.
16). ¿Qué significan estas enigmáticas afirmaciones de Jesús? Se refiere a los
dos tiempos a los que Jesús está a punto de dar cumplimiento. El primero se
refiere a su vida terrena, que está a punto de acabar; el segundo se refiere a
su vida gloriosa, inaugurada con la resurrección. Su retorno posterior no se limita
a las apariciones pascuales, sino que se prolonga en el corazón de los
creyentes mediante su presencia en ellos.
Las palabras del
Maestro no son comprendidas por los discípulos, que se plantean varias
preguntas (vv. 17s). Jesús, que conoce a los suyos por dentro y los
acontecimientos que les esperan, intenta remover, a partir de las preguntas que
le plantean, su tristeza, infundiéndoles la confianza en él con una nueva
revelación: «Su tristeza se convertirá en gozo» (v. 20).
La comunidad cristiana tendrá que hacer frente a todo un cúmulo de
pruebas. Especialmente cuando le sea arrebatado el Esposo. Con su muerte,
experimentará el llanto, la aflicción y el desconcierto, mientras que el mundo
se sentirá alegre pensando que ha extirpado el mal. Estos momentos serán, para la comunidad, momentos de duda, de
oscuridad y de silencio de Dios. Pero la historia se tomará su revancha y,
cuando esto llegue, la comunidad de los discípulos experimentará el gozo. Jesús
no habla de sus sufrimientos –y tenía motivos para ello-, sino que piensa en
los suyos más que en él, como el buen pastor en su rebaño.
MEDITATIO
El tiempo de la Iglesia
es el tiempo en el que el discípulo se encuentra cogido entre dos gozos: el del
mundo y el de Cristo. El gozo del mundo está ligado a la consecución de
valores efímeros, como un saber puesto al servicio de intereses materiales; de
una carrera social, científica; de la fama; de la rentabilidad económica de
nuestras opciones. Sin tener en cuenta la exasperación de la sensualidad y de
las sensaciones fuertes e impulsadas al extremo. Con estas cosas suele gozar el mundo.
El gozo que viene de
Jesús deriva de ser sus discípulos, de saber que él está cerca en todo
momento, que gastar la vida por él y por los hermanos es una inversión
ventajosa y un honor grande; que lo único necesario es no perderle a él, sentir
su proximidad, estar seguros de caminar hacia su posesión.
Nuestro corazón se
encuentra cogido entre estos dos gozos: el primero es más inmediato, aunque
fugaz: el segundo es más paciente, pero, sin embargo, no decepciona. A veces
ambos gozos se enlazan; otras, se oponen. El corazón del discípulo debe estar
orientado siempre hacia el «todavía no», hacia el decisivo «dentro de otro
poco volverán a verme», cuando el gozo, frecuente mente querido y creído,
se volverá felicidad plena y sin sombras.
ORATIO
Te doy gracias, Señor,
por tus visitas, que me llenan de alegría. Te doy gracias también por tus
ausencias, que me hacen desear tu alegría. Bendito seas, ahora y siempre,
porque sabes cómo gobernar mi corazón y atraerlo a ti.
Permíteme pedirte hoy
que no me dejes demasiado solo a merced de los gozos de este mundo, para que no
quede conquistado por ellos. Que no me dejes tampoco demasiado solo en las
pruebas que el mundo me procura, para que no desespere de tu consuelo.
Sé que debería estar
siempre alegre, «en todo tiempo», que siempre debería bendecirte y darte
gracias. Sé que un discípulo tuyo no debería estar nunca triste. Pero tú socórreme
cuando este mundo me parezca demasiado dulce, para que no me embriague, y
también cuando me parezca demasiado amargo, para que no me aplaste. Ayúdame a
buscar mi consuelo y mi gozo en ti. Y no dejes de hacerte sentir por este pobre
corazón mío, tan frágil y titubeante.
CONTEMPLATIO
La promesa del Señor, «dentro
de otro poco volverán a verme», se dirige a toda la Iglesia. El Señor no
tardará en cumplir su promesa: un poco más y le veremos, allá arriba, donde ya
no tendremos ninguna necesidad de dirigirle ninguna oración, de exponerle
ninguna petición, porque ya no nos quedará nada que desear, nada escondido que
queramos conocer. Este breve intervalo de
tiempo nos parece largo a nosotros porque todavía debe transcurrir, pero cuando
haya acabado nos daremos cuenta de lo breve que ha sido. Que nuestra alegría,
por tanto, sea muy diferente a la que experimenta el mundo.
Que tampoco durante el
trabajoso parto de este deseo nuestro permanezca nuestra tristeza completamente
sin alegría, porque, como dice el Apóstol, debemos mostrarnos «alegres en la
esperanza, pacientes en la tribulación» (Agustín, Comentario al
evangelio de Juan, 101,6).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Vuestra tristeza se convertirá en gozo» (Jn
16,20b).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
La alegría es esencial en la vida espiritual. Si pensamos o
decimos cualquier cosa de Dios y no lo hacemos con alegría, nuestros pensamientos
y nuestras acciones serán estériles. Podemos ser infelices por muchas causas,
pero podemos encontrar aún alegría, porque ésta procede de saber que Dios nos ama. Estamos inclinados a pensar que cuando estamos tristes no podemos estar contentos, pero en la vida de una persona que pone a Dios en el centro pueden
coexistir el dolor y la alegría. No resulta fácil de comprender, pensamos en
alguna de nuestras experiencias más profundas, como asistir al nacimiento de un
niño o a la muerte de un amigo, con frecuencia forman parte de la misma
experiencia un gran dolor y una gran alegría, y descubrimos a menudo la alegría
en medio del dolor.
Recuerdo los momentos
más dolorosos de mi vida como momentos en los que he llegado a ser consciente
de una realidad espiritual mucho más grande que yo, y que me permitía vivir mi
dolor con esperanza. Incluso me atrevo a decir: «Mi dolor fue el lugar en el que encontré mi alegría». La alegría no es cualquier cosa que
simplemente nos sucede. Debemos elegir la alegría y seguir eligiéndola cada
día. Se trata de una elección basada en el conocimiento de que pertenecemos a
Dios y hemos encontrado en Dios nuestro refugio y nuestra salvación, y que
nada, ni siquiera la muerte, nos lo puede arrebatar (H. J. M. Nouwen, Vivere
nello Spirito, Brescia
19984, pp. 17s).
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