Dios no te abandona nunca


6 de julio

Es necesario cultivar con entusiasmo estas dos virtudes: la dulzura con el prójimo y la santa humildad con Dios.

Tengo la confianza de que lo harás, porque el gran Dios, que te ha tomado de la mano para atraerte hacia él, no te abandonará hasta que no te haya colocado en su tabernáculo eterno. Conviene, mi queridísima hija, que te esfuerces por erradicar las pretensiones y los pensamientos de superioridad, porque el honor de ningún otro modo se consigue mejor que despreciándolo; pero, aún así, inquieta al alma y lleva a cometer faltas y errores contra la dulzura y la humildad. 

 (18 de octubre de 1917, a las hermanas Campanile – Ep. III, p. 943)

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