Deja plena libertad a la gracia que actúa en ti


3 de febrero


Las pruebas por las que sientes traspasada el alma, ten por cierto que son señales del amor divino y alhajas para el alma. Todo lo que sucede en ti, es obra de Jesús; y debes creer que es así. A ti no te toca juzgar la obra del Señor; pero sí debes someterte humildemente a esas divinas actuaciones. Deja plena libertad a la gracia que actúa en ti; y recuerda que nunca debes inquietarte ante las situaciones adversas que te puedan sobrevenir, con el convencimiento de que hacerlo sería un impedimento a la acción del Espíritu divino.
Por eso, en cuanto sientas que algún sentimiento de inquietud se va suscitando en ti, recurre a Dios y abandónate en él con total y filial confianza; porque está escrito que quien confía en él, no quedará nunca defraudado. Valentía siempre, y siempre adelante. Pasará el invierno y vendrá la interminable primavera, tanto más rica de bellezas cuanto más duras fueron las tempestades.
La aridez de espíritu, en la que te sientes sumergida y perdida, es una prueba dolorosísima pero amabilísima por el fruto que de ella viene al espíritu. Es querida por Dios para poner fin en ti a una devoción superficial, que no santifica al alma y que es y le puede resultar perjudicial. Es también querida por Dios para llevar al alma a adquirir la verdadera devoción, que consiste en una voluntad decidida de poner en práctica lo que conduce al servicio de Dios, sin ninguna satisfacción personal. En resumen, obra el bien porque es bien y porque da gloria y agrada a Dios.
El alma que se encuentra en este estado, no debe de ningún modo perder el ánimo; no debe dejar de hacer nada de lo que acostumbraba hacer en tiempo de consuelos espirituales; al contrario, debe procurar multiplicar sus prácticas de devoción y estar siempre atenta y vigilante sobre sí misma.
(26 de agosto de 1916, a María Gargani – Ep. II, p. 236)

Con cierta frecuencia, las almas elegidas por Dios para realizar una gran empresa se ven, a menudo, sometidas a diversas pruebas corporales y espirituales, bien sea una enfermedad inesperada que aparentemente le impide llevar a cabo la voluntad de Dios con prontitud, ligereza y eficacia, sin embargo, al superar dicha dificultad la persona se ve renovada e impulsada para confiar más plenamente en Dios y al mismo tiempo actuar con plena libertad en la ejecución del bien y del incremento en la confianza al Padre de las misericordias. Pero también, y por otro lado, no son menos intensas las pruebas espirituales que con mucha frecuencia inician el camino de un profundo desierto, donde el alma no sabe a dónde se conduce, más aún, se siente tan alejada de la luz, de la paz, de la esperanza y la alegría que pierde todo sentido. Es como si la brújula de la propia vida se hubiese estropeado y ahora no hay un horizonte claro al cual dirigirse. Esto, sin duda, es más doloroso que las pruebas físicas, corporales, porque el alma se siente en una palabra alejada de Dios, olvidada de Él, sin experimentar su Misericordia. Sin embargo, este es el camino por el que deben andar las almas elegidas, ya que de ambas pruebas resulta más afianzada la Fe. Déjate, pues, llevar por el Espíritu de Dios y no temas, que Dios está contigo siempre y en todo momento. Haz siempre el bien como reflejo de la bondad de Dios que llevas en tu corazón y no pierdas el ánimo, la alegría y sobre todo, la certeza de que Dios te lleva en sus manos. Así que no hay nada qué temer.
Puebla de Los Ángeles 3 de febrero de 2020
Fray Pablo Jaramillo, OFMCap. 

Comentarios

  1. Que espiritualidad tan profunda pero necesaria para la vida diaria y problemática en la que muy a menudo se nos presenta.

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