No hay que relajarse ni distraerse
11
de febrero
¿Queremos caminar bien? Dediquémonos a recorrer con
empeño el camino que queda más cerca de nosotros. Grabad bien en la mente lo
que voy a decir: con frecuencia deseamos ser buenos ángeles y descuidamos ser
buenos hombres. Nuestra limitación nos ha de acompañar hasta el féretro; no
podemos alcanzar nada sin tierra. No hay que relajarse ni distraerse, ya que
somos como pequeños polluelos, pero sin alas. En la vida física, morimos poco a
poco, y ésta es una ley ordinaria querida por la providencia; y, de la misma
manera, hay que morir a nuestras imperfecciones, también día a día. Felices
imperfecciones, podríamos exclamar, que nos hacen conocer nuestra gran miseria
y que nos ejercitan con humildad en el desprecio de nosotros mismos, en la
paciencia y en la diligencia. Pero a pesar de esas imperfecciones, Dios observa
la preparación de nuestro corazón, que es perfecta.
(3 de marzo de 1917,
a Herminia Gargani – Ep. III, 678)Las buenas intenciones con frecuencia bloquean las buenas acciones. Es necesario por tanto dedicarnos practicamente a hacer el bien. Por lo mismo es esencial que no pierdas de vista tu limitación. pero que ella no te impida la ejecución del bien. La propia humanidad nos sirve para estar atentos a socorrer las acciones que se presentan delante de nosotros, estemos atentos a las necesidades de los demás, oremos cuando no podamos hacer otra cosa, ayudemos cuando nos sea posible hacerlo sin descuidar la oración, y uniendo la oración a la acción, y la acción a la oración, el resultado será, sin duda más eficaz. Por lo tanto no te avergüences de tu humanidad, ni rechaces la santidad, antes bien, ten en cuenta que en la propia humanidad, Dios hará posible su santidad. Alivia pues el dolor y el sufrimiento de todos cuantos están cerca de Ti, y a los que están lejos, no dejes de anunciarles el camino de la conversión.
Fray Pablo Jaramillo, OFMCap.
Puebla de Los Ángeles
11 de febrero de 2020.
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