Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo


Además, aquellos sacerdotes fueron muchos, porque la muerte les impedía perdurar Pero éste posee un sacerdocio perpetuo porque permanece para siempre. De ahí que pueda también salvar perfectamente a los que por él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor. Así es el Sumo Sacerdote que nos convenía: santo, inocente, incontaminado, apartado de los pecadores, encumbrado por encima de los cielos, que no tiene necesidad de ofrecer sacrificios cada día, primero por sus pecados propios como aquellos Sumos Sacerdotes, luego por los del pueblo: y esto lo realizó de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. Es que la Ley instituye Sumos Sacerdotes a hombres frágiles: pero la palabra del juramento, posterior a la Ley, hace el Hijo perfecto para siempre.

Este es el punto capital de cuanto venimos diciendo, que tenemos un Sumo Sacerdote tal, que se sentó a la diestra = del trono de la Majestad en los cielos, al servicio del santuario y de la Tienda verdadera, erigida por el Señor, no por un hombre. Porque todo Sumo Sacerdote está instituido para ofrecer dones y sacrificios: de ahí que necesariamente también él tuviera que ofrecer algo. Pues si estuviera en la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo ya quienes ofrezcan dones según la Ley. Estos dan culto en lo que es sombra y figura de realidades celestiales, según le fue revelado a Moisés al emprender la construcción de la Tienda. Pues dice: Mira, harás todo conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte. Mas ahora ha obtenido él un ministerio tanto mejor cuanto es Mediador de una mejor Alianza, como fundada en promesas mejores.(Hebreos 7,23-28. 8,1-6)

Queridos Hijos e Hijas. Hermano y Hermanas: Paz y Bien

La reflexión sencilla que hemos venido haciendo en torno a La Carta a los Hebreos gira alrededor de la naturaleza del sacerdocio de Cristo. Éste es el fundamento teológico y al mismo tiempo nos presenta la eficacia de dicho sacerdocio. Hoy hemos de destacar que la diferencia existencial y radical entre el sacerdocio de Cristo y el sacerdocio levítico se basa en el hecho único e irrepetible de que Cristo se ofreció a sí mismo sobre el ara de la Cruz como ofrenda agradable al Padre. Así fue como entró en el santuario del cielo, de donde había venido y allá tenía que volver. Con su entrada en el Reino del Padre, abrió el acceso a todos los que confían en Él, permitiendo que todos los redimidos con su Sangre preciosa a través de su Sacerdocio Regio, puedan entrar y penetrar en el océano inmenso de su misericordia infinita.

Por otro lado hemos de darnos cuenta que con respecto a lo del “Santuario”, sucede exactamente lo mismo. Hay una analogía entre el “Santuario del Cielo” y el Santuario o mejor dicho: Iglesia de la tierra. El santuario terreno debe reflejar necesariamente la realidad del santuario eterno. De aquí brota la importancia de vivir todos juntos como miembros del cuerpo de Cristo y templos vivos de su Espíritu Santo. El verdadero templo de Dios, el verdadero santuario, es la Jerusalén celestial a donde todos podemos ingresar porque Cristo no ha hecho merecedores del Reino de nuestro Padre Dios a través de su Sacerdocio único y eterno. Todos pues debemos aspirar a este magnífico don y dejar las ataduras de la tierra, donde todo es pasajero, para que libres podamos acceder a la plenitud de la vida eterna.

Paz y Bien

Fort Worth, Tx 20 de enero de 2011.

Fray Pablo Capuchino Misionero.

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