Jesucristo único mediador entre Dios y los hombres.
Querido Hijos e Hijas: Paz y Bien
Continuando con nuestro comentario a la Carta a los Hebreos seguimos profundizando en la generosidad de Dios y muchas veces en la mezquindad del ser humano que no es capaz de corresponder al amor tan grande y extraordinario que Dios nos tiene. Así pues, el ser humano en su búsqueda de sentido, se encuentra con el “Otro” el, “Trascendente”, el “Absoluto” y, experimente una impotencia radical, que le parece superable sólo a través de alguna mediación de fuera del él. En el Primer Testamento Dios quiso saciar esa necesidad humana introduciéndose en la historia. Eligió hacerse presente por medio de una ley escrita, pero era una les que estaba fuera y venía desde fuera de él. Sin embargo, era necesaria esta manera para que los hombres escucharan, entendieran y acogieran su mensaje. Podemos constatar así que la iniciativa viene de Dios. Dios que quiere salir al encuentro del ser humano. Dios que quiere hacer una Alianza con su pueblo. Dios que escribe o da una ley para la humanidad a través de los sacerdotes. La iniciativa parte de Dios, pero se vale de intermediarios para poder hacer llegar su mensaje a toda la tierra.
Lo extraordinario de la Alianza Nueva y Eterna es que Jesucristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, siendo Dios mismo rompe con toda mediación extrínseca, es decir: rompe con toda mediación fuera de él y entra él mismo en contacto directo con el ser humano. No sólo entra en contacto directo con el ser humano, sino que además se hace en todo igual al ser humano, menos en el pecado. Esto se hace realidad a través de la Encarnación del Verbo. De este modo su mediación se vuelve única puesto que Jesucristo es al mismo tiempo Dios y Hombre. Así pues el único mediador entre Dios y los hombres e Jesucristo, no hay otro. No puede haber otro. La relación entre Dios y Jesucristo es intrínseca porque los dos forman un solo y único Dios. Por lo tanto la mediación también es intrínseca porque: ya no es a través de la ley, sino de la Alianza Nueva y Eterna hecha de parte de Dios mismo en Jesucristo a través de la muerte en cruz y derramamiento de su sangre por la salvación de la humanidad. Por eso el auténtico y verdadero cristiano debe buscar en su vida, por sobre todas las cosas el encuentro vivo personal y constante con la Persona de Jesucristo.
Si bien es verdad que la única mediadora es la Iglesia partiendo precisamente del texto del Evangelio en el cual Jesús elije a los Doce, que son como el corazón de la Iglesia primitiva (Marcos 3,13ss). Esto sólo destaca la voluntad de Cristo de continuar así su presencia en la historia. No se trata de una iniciativa humana, sino divina. Por tal motivo, la Iglesia no substituye a la acción mediadora de Cristo, es más bien su “sacramento”; es decir, el lugar y el signo a través del cual Jesucristo sigue actuando y salvando.
Paz y Bien
Fort Worth Tx, 21 de enero de 2011
Fray Pablo Capuchino Misionero.
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