Escuchemos la voz del Señor y entremos en su descanso


Hermanos: Mientras está en pie la promesa de entrar en el descanso de Dios, tengamos cuidado, no sea que alguno se quede fuera. Porque a nosotros también se nos ha anunciado este mensaje de salvación, lo mismo que a los israelitas en el desierto; pero a ellos no les sirvió de nada oírlo, porque no lo recibieron con fe. En cambio, nosotros, que hemos creído, ciertamente entraremos en aquel descanso, al que s refería el Señor, cuando dijo: Por eso juré en mi cólera que no entrarían en mi descanso. Los trabajos de Dios terminaron con la creación del mundo, ya que al hablar del séptimo día, la Escritura dice que Dios descansó de todos sus trabajos el día séptimo; y en el pasaje de que estamos hablando, afirma que no entrarían en su descanso. Apresurémonos, pues, a entrar en ese descanso; no sea que alguno caiga en la infidelidad, como les sucedió a los israelitas. (Hebreos 4,1-5.11).

Queridos Hijos, Hijas, Hermanos y Hermanas: Paz y Bien

Continuamos con nuestra sencilla reflexión de la Carta a los Hebreos llevados de la mano de la liturgia de este día, en la cual destaca el Evangelio desconcertante de aquellos hombres que tuvieron que romper el techo para poder poner a los pies del Maestro al paralítico que llevaban en una camilla. Dios está ahí siempre trabajando y vemos cómo Jesucristo está haciendo siempre la voluntad del Señor. Paradójicamente el texto de hoy de la primera lectura nos habla del descanso de Dios, haciendo alusión al término de la creación del Universo. Estamos ante la perspectiva del descanso sabático o del día del Señor y hoy lo presentamos en términos de alianza. La Alianza Nueva y Eterna. Dios primero ha creado todo cuanto existe para que el ser humano pueda disfrutar de su creación. Al mismo tiempo después de que crea al hombre y a la mujer hace una alianza con ellos. Cuando el hombre y la mujer rompen esta alianza, Dios mismo promete un Salvador, un Mesías y Dios mismo envía a su Hijo para que él nos haga partícipes de la vida inmortal donde nos encontraremos nuevamente con Él y le veremos tal cual es, porque a Dios nadie le ha visto nunca. Estamos pues ante el tema del reposo de Dios. No de la ausencia de Dios en la obra de sus manos. No ante la desatención de Dios en lo que ha creado, sino que le vemos callado, contemplando, amando y sufriendo ante la perspectiva autosuficiente de todo ser humano. ¿Cuántas veces no hemos cuestionado la presencia de Dios en nuestra vida? ¿Cuántas veces no nos hemos sentido hasta con el derecho de reclamarle y de gritarle a Dios ¡dónde estás!? Que importante es darnos cuenta que Dios se nos hace presente en cada momento y en cada acontecimiento de la historia. Después de un fatigoso caminar, después de pasar por momentos muy difíciles y quizá de experimentar esa ausencia de Dios, nos encontramos con la Tierra prometida. Nos encontramos con Dios mismo. ¿Cómo nos encontramos con él? Precisamente a través de la Alianza Nueva y Eterna que ha hecho con todos y cada uno de nosotros a través de Jesucristo Camino Verdad y Vida para los hombres y mujeres de todos los tiempos. En Él nos vemos reflejados, porque en Él nos movemos existimos y somos. Gracias Papá Dios porque a cada instante me recuerdas que a pesar tu ausencia física estás más cerca de mi que yo mismo.

Fort Worth Texas. 1/14/11

Con mis oraciones:

Fray Pablo capuchino Misionero.

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