Qué es al hombre para que te acuerdes de él?



En efecto, Dios no sometió a los ángeles el mundo venidero del cual estamos hablando. Pues atestiguó alguien en algún lugar: ¿Qué es el hombre, que te acuerdas de él? ¿O el hijo del hombre, que de él te preocupas? Le hiciste por un poco inferior a los ángeles; de gloria y honor le coronaste. Todo lo sometiste debajo de sus pies. Al someterle todo, nada dejó que no le estuviera sometido. Mas al presente, no vemos todavía que le esté sometido todo. Y a aquel que fue hecho inferior a los ángeles por un poco, a Jesús, le vemos coronado de gloria y honor por haber padecido la muerte, pues por la gracia de Dios gustó la muerte para bien de todos. Convenía, en verdad, que Aquel por quien es todo y para quien es todo, llevara muchos hijos a la gloria, perfeccionando mediante el sufrimiento al que iba a guiarlos a la salvación. Pues tanto el santificador como los santificados tienen todos el mismo origen. Por eso no se avergüenza de llamarles hermanos cuando dice: Anunciaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la asamblea te cantaré himnos. (Hb 2,5-12).


Querido Hijo e Hija. Hoy te invito a que de manera muy sencilla y humilde te pongas delante del Creador y repares en la altísima dignidad de la que gozas.

Estás hecho poco inferior a los Ángeles. Has sido coronado de gloria y dignidad. Por eso es necesario que vivas en la libertad de los hijos de Dios. Llena tu corazón del amor de Dios e impregna siempre y en todo momento el lugar y el espacio en el que te encuentras. Que las personas con las que te encuentres puedan innalar la frescura de la santidad que de ti emana porque Dios ha querido compartir contigo su gracia, su vida y su amor.

Con mis oraciones:

Fray Pablo Capuchino Misionero.

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