Sólo Tú eres Santo Señor Dios Vivo y Verdadero.
Hermanos: Todos los hijos de una familia tienen la misma sangre; por eso, Jesús quiso ser de nuestra misma sangre, para destruir con su muerte al diablo, que mediante la muerte, dominaba a los hombres, y para liberar a aquellos que, or temor a la muerte, vivían como esclavos toda su vida. Pues como bien saben ustedes, Jesús no vino a ayudar a los ángeles, sino a los descendientes de Abrham; por eso tuvo que hacerse semejante a sus hermanos en todo, a fin de llegar a ser sumo sacerdote, misericordioso con ellos y fiel en las relaciones que median entre Dios y los hombres, y expiar así los pecados del pueblo. Como él fue probado por medio del sufrimiento, puede ahora ayudar a los que están sometidos a la prueba.
Querido Hijos e Hijas. Hermanos y Hermanas: Paz y Bien
La primera lectura de la liturgia eucarística de éste día nos presenta la altísima dignidad de todo cristiano. Al mismo tiempo nos recuerda que todos, absolutamente todos los que hemos sido incorporados a la Familia de Dios por medio de Jesucristo somos hermanos. Tenemos un hermano mayor y éste es Jesucristo. Él es quien nos aúna y nos hace verdaderos Hijos de Dios y por lo tanto herederos del Reino de nuestro Padre Dios. Qué hermoso es esto hermanos, y es necesario que reparemos en ello. Es la Sangre la que nos hace hermanos y hermanas unos con otros. Es la Sangre la que nos hace capaces de compartir la santidad de Dios. Cuál sangre? La del Cordero inmaculado sin mancha ni arruga que fue capaz de derramarla gota a gota por la salvación de la humanidad y al mismo tiempo supo ofrecerse como Víctiva no por uno solo, sino por la humanidad entera, por todos y cada uno de los hombres y mujeres que acepten éste magnífico don.
Tal es el Sacerdote que nos convenía tener: Santo e inmaculado. Él, Jesucristo nuestro Dios y Salvador es el rostro de la Misericordia sin Medida de Dios, es el que intercede por cada uno de nosotros y es el que perdona nuestros pecados. Su alianza pues, la Alianza Nueva y Eterna que Dios ha hecho contigo, conmigo y con cada una de las personas de este mundo no consite sólo en un pacto, en un acuerdo, en un contrato, sino que se trata del sufrimiento y de la vida Jesucristo entregada como precio del rescate por la salvación de la humanidad entera.
A nosotros también como miembros del cuerpo de Cristo y co-participadores de sus sufrimientos y de su gloria ofrescámonos también en Jesucristo como ofrenda agradable ante la presencia de Dios por la salvación de la humanidad entera.
Paz y Bien.
Con mis oraciones:
Fray PAblo Capuchino Misionero.
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