La lectura espiritual es como el alimento espiritual dado al paladar del alma


12 de octubre

Me horroriza, hermana mía, el daño que causa a las almas la privación de la lectura de los libros santos.

Mira cómo se expresan los santos padres cuando exhortan al alma a semejante lectura. San Bernardo, en su escalera claustral, indica que son cuatro los peldaños o los medios por los que se sube a Dios y a la perfección; y dice que son la lectura y la meditación, la oración y la contemplación. Y para probar lo que dice recurre a las palabras del Maestro divino: «Buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá»; y, aplicándolas a los cuatro medios o grados de la perfección, dice que con la lectura de la sagrada escritura y de los otros libros santos y devotos se busca a Dios, con la meditación se le encuentra; con la oración se llama a su corazón y con la contemplación se entra en el teatro de las bellezas divinas, abierto a la mirada de nuestra mente por la lectura, la meditación y la oración.

La lectura, sigue diciendo en otro lugar el santo, es como el alimento espiritual dado al paladar del alma; la meditación lo mastica con sus discursos; la oración prueba su sabor; y la contemplación es la misma dulzura de este alimento del espíritu, que conforta plenamente al alma y la consuela. La lectura se detiene en la corteza de lo que se lee; la meditación penetra hasta el meollo; la oración va en su busca con sus preguntas; la contemplación se deleita como en algo que ya se posee.

 (28 de julio de 1914, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 138)

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