sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu santo y veraz mandamiento. Tercer día del Triduo en honor a San Francisco de Asís


Tercer día:

[Dame] sentido y conocimiento, Señor,
para que cumpla tu santo y veraz mandamiento

Oración ante el Cristo de San Damián:

“Oh alto y glorioso Dios,
ilumina las tinieblas de mi corazón
y dame fe recta, esperanza cierta
y caridad perfecta,
sentido y conocimiento, Señor,
para que cumpla tu santo y veraz mandamiento. ”

Texto bíblico para reflexionar

(1 Jn 2,1-29)

1 Hijos míos, les he escrito estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos un defensor ante el Padre: Jesucristo, el Justo.
2 El es la Víctima propiciatoria por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
3 La señal de que lo conocemos, es que cumplimos sus mandamientos.
4 El que dice: «Yo lo conozco», y no cumple sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él.
5 Pero en aquel que cumple su palabra, el amor de Dios ha llegado verdaderamente a su plenitud. Esta es la señal de que vivimos en él.
6 El que dice que permanece en él, debe proceder como él.
7 Queridos míos, no les doy un mandamiento nuevo, sino un mandamiento antiguo, el que aprendieron desde el principio: este mandamiento antiguo es la palabra que ustedes oyeron.
8 sin embargo, el mandamiento que les doy es nuevo. Y esto es verdad tanto en él como en ustedes, porque se disipan las tinieblas y ya brilla la verdadera luz.
9 El que dice que está en la luz y no ama a su hermano, está todavía en las tinieblas.
10 El que ama a su hermano permanece en la luz y nada lo hace tropezar.
11 Pero el que no ama a su hermano, está en las tinieblas y camina en ellas, sin saber a dónde va, porque las tinieblas lo han enceguecido.
12 Hijos, les escribo porque sus pecados han sido perdonados por el nombre de Jesús.
13 Padres, les escribo porque ustedes conocen al que existe desde el principio. Jóvenes, les escribo porque ustedes han vencido al Maligno.
14 Hijos, les he escrito porque ustedes conocen al Padre. Padres, les he escrito porque ustedes conocen al que existe desde el principio. Jóvenes, les he escrito porque son fuertes, y la Palabra de Dios permanece en ustedes, y ustedes han vencido al Maligno.
15 No amen al mundo ni las cosas mundanas. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
16 Porque todo lo que hay en el mundo es concupiscencia de la carne, codicia de los ojos y ostentación de riqueza. Todo esto no viene del Padre, sino del mundo;
17 pero el mundo pasa, y con él, su concupiscencia. En cambio, el que cumple la voluntad de Dios permanece eternamente.
18 Hijos míos, ha llegado la última hora. Ustedes oyeron decir que vendría el Anticristo; en realidad, ya han aparecido muchos anticristos, y por eso sabemos que ha llegado la última hora.
19 Ellos salieron de entre nosotros, sin embargo, no eran de los nuestros. Si lo hubieran sido, habrían permanecido con nosotros. Pero debía ponerse de manifiesto que no todos son de los nuestros.
20 Ustedes recibieron la unción del que es Santo, y todos tienen el verdadero conocimiento.
21 Les he escrito, no porque ustedes ignoren la verdad, sino porque la conocen, y porque ninguna mentira procede de la verdad.
22 ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ese es el Anticristo: el que niega al Padre y al Hijo.
23 El que niega al Hijo no está unido al Padre; el que reconoce al Hijo también está unido al Padre.
24 En cuanto a ustedes, permanezcan fieles a lo que oyeron desde el principio: de esa manera, permanecerán también en el Hijo y en el Padre.
25 La promesa que él nos hizo es esta: la Vida eterna.
26 Esto es lo que quería escribirles acerca de los que intentan engañarlos.
27 Pero la unción que recibieron de él permanece en ustedes, y no necesitan que nadie les enseñe. Y ya que esa unción los instruye en todo y ella es verdadera y no miente, permanezcan en él, como ella les ha enseñado.
28 Sí, permanezcan en él, hijos míos, para que cuando él se manifieste, tengamos plena confianza, y no sintamos vergüenza ante él en el Día de su Venida.
29 Si ustedes saben que él es justo, sepan también que todo el que practica la justicia ha nacido de él.


Y ahora sí, ahora que está iluminado el corazón, que las tinieblas se han disipado, que ha venido la luz y que ha solicitado estas tres virtudes, ahora sí, que venga la inteligencia en mi auxilio: sentido y conocimiento, para completar toda mi existencia. Porque no soy sólo corazón y sentimientos. Pero tampoco soy solamente una existencia intelectual. Mi vida no se desarrolla solamente desde aquí: Del cuello hacia arriba. Tampoco se desarrolla solamente del cuello hacia abajo. Soy  toda una integridad y Francisco en sí mismo descubre esta integración completa tal como el Señor lo ha formado. Francisco lo primero que tiene muy en cuenta es que es una obra de Dios, es su criatura y por eso también es el hermano universal, porque es una persona integral con una experiencia de desprendimiento total.

 Entonces iluminado el corazón ahora sí que vengan conmigo, junto con el auxilio de las virtudes el sentido y el conocimiento. Todo esto para cumplir tu santo y veraz mandamiento: el mandamiento fundamental: Amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo (podemos hacer una distinción como Francisco la hizo) según los evangelios sinópticos: como a ti mismo. Según el cuarto evangelio como Jesús nos amó.

Francisco va a hacer una opción por el cuarto evangelio. La medida del amor al prójimo no somos nosotros mismos sino Jesús. Solamente ha sido Jesucristo quien a dado su vida por la humanidad entera y concretamente la ha dado por Ti y por mí. Nadie más nos ha comprado a precio de la Sangre del Cordero inmaculado, sólo Él mismo que es el Cordero degollado y el Pastor al mismo tiempo. Por eso Francisco opta por amar como Cristo ha amado.

Ante esta realidad es necesario ser muy consciente y objetivos en algo: es Dios el que toma la iniciativa de amarnos, es Dios el que  libremente viene a mi encuentro de una manera particularmente intensa e insistente. ¡Él es el protagonista de este amor. No yo! Y para que Dios sea el protagonista hay que correrse a un lado. Sí o sí. Para que Dios sea el protagonista todos los días de mi vida tengo que correrme a un lado, necesito hacerme a un lado. Necesito dejarle un espacio a Él y comenzar a acostumbrarme a no digitar todas las cosas de mi vida y a no estar siempre pronunciando todas las actividades, todo lo que hago, vivo sueño, deseo, experimento etcétera, siempre en primera persona. Dejarle espacio a Él en esto consiste precisamente el acierto y el conocimiento de Dios para hacer lo que debo hacer. Es necesario que en mi vida se dé un kayros, que entre en el tiempo de Dios y me deje compenetrar por él. Tengo que dejarle a él que irrumpa en mi vida y haga conmigo el desastre que Él esté dispuesto a realizar. Porque cuando Dios irrumpe en nuestra vida hace desastres. Claro los mejores. Como lo hizo con Francisco de Asís, pero Francisco sabía lo que le estaba pidiendo y tenía que actuar en consecuencia, tenía que ser responsable. Es decir, responder a la altura de las exigencias. Se trata de abandonarme en los brazos de Dios y dejarme dominar y poseer por El. Pero lo dejo a Él. Que Él me ilumine, que Él me dé el conocimiento. Esto implica una cierta pasividad  también, que él haga en mí, que él irrumpa en mí, que él cumpla en mí (difícil) lo que quiera. Que él irrumpa en mí. Que él cumpla en mí. Difícil. Lo que quiera. Y en esto María la Virgen Madre es modelo y ejemplo admirable.



 Yo los invito en este último día de este triduo a darnos al menos unas dos horas para reflexionar, te invito a guardar silencio. Guardar silencio es permitir dentro de uno el espacio para que alguien hable, el silencio, el silencio donde nadie comunica nada es estéril. El silencio donde alguien se comunica es altamente fecundo y ¿por qué guardar este espacio de silencio? para que Dios se me comunique. Para que Él haga fecunda esta relación suya conmigo, donde Él es el protagonista. Esto nos lo enseña claramente nuestro Padre Francisco, que con tanta frecuencia se retiraba a la oración en la montaña, para encontrarse con Alguien que le estaba esperando ahí, Alguien que no era amado y Ese alguien era precisamente el Amor: Jesucristo. Sólo en el silencio se podían encontrar dos corazones amantes. No me alargo más en esta reflexión y dejo paso libre al Espíritu para que tengas tiempo de reflexionar.



Preguntas para la reflexión: Las que el Espíritu de Dios te inspire.



CÁNTICO DE LAS CRIATURAS

1Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.


2A ti solo, Altísimo, corresponden,
y ningún hombre es digno de hacer de ti mención.


3Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente el señor hermano sol,
el cual es día, y por el cual nos alumbras.


4Y él es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.


5Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las has formado luminosas y preciosas y bellas.


6Loado seas, mi Señor, por el hermano viento,
y por el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo,
por el cual a tus criaturas das sustento.


7Loado seas, mi Señor, por la hermana agua,
la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta.


8Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual alumbras la noche,
y él es bello y alegre y robusto y fuerte.


9Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra,
la cual nos sustenta y gobierna,
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba.


10Loado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor,
y soportan enfermedad y tribulación.


11Bienaventurados aquellos que las soporten en paz,
porque por ti, Altísimo, coronados serán.


12Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.


13¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal!:
bienaventurados aquellos a quienes encuentre en tu santísima voluntad,
porque la muerte segunda no les hará mal.


14Load y bendecid a mi Señor,
y dadle gracias y servidle con gran humildad.



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