Lectio Divina Nuestra Señora la Virgen del Rosario

 Nuestra Señora la Virgen del Rosario

 

La liturgia de Nuestra Señora la Virgen del Rosario forma parte de las memorias que, celebradas originariamente por familias religiosas particulares, pueden ser consideradas verdaderamente eclesiales por la difusión que han alcanzado (Marialis cultus, 8). El rosario apareció y se difundió entre los siglos XV  у XVI. La orden dominicana se erigió en paladina del mismo. La memoria en un primer momento fiesta-entró en la liturgia por disposición del

 papa dominico Pío V en 1572, como acto de reconocimiento a Nuestra Señora, a cuya intervención se atribuyó la victoria de la flota cristiana sobre la turca, más poderosa, el 7 de octubre de 1571, denominada entonces «conmemoración de Nuestra Señora la Virgen de la Victoria».

 

 Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios María, que eres virgen hecha Iglesia  y elegida por el santísimo Padre del cielo,  consagrada por él con su santísimo Hijo amado  y el Espíritu Santo Paráclito,  en la que estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien.


Hechos de los apóstoles 1,12-14  Evangelio:Lucas 1,26-38



 

LECTIO

 

Primera lectura: Hechos de los apóstoles 1,12-14. 

 

 

[Después de que Jesús hubiera ascendido al cielo, los discípulos] " regresaron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, que dista tan sólo de Jerusalén lo que se permite caminar en sábado. Cuando llegaron, subieron al piso superior donde se alojaban; eran Pedro y Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el hijo de Alfeo, Simón el Celota y Judas el hijo de Santiago. Todos perseveraban unánimes en la oración con algunas mujeres, con María, la madre de Jesús, y con los hermanos de éste.

 

Palabra de Dios

R/ Te alabamos Señor

 

Una vez terminada la cuaresma pascual (los 40 días que convivieron los discípulos con el Jesús resucitado), durante la década de espera de pentecostés -cuando todos habrían de recibir el Espíritu Santo prometido-la pequeña comunidad de los once apóstoles, junto con otros discípulos y familiares de Jesús entre los que se encuentra María, su madre-, aguarda hospedada en la casa de alguno de ellos. El cronista Lucas anticipa recapitulaciones sobre el estilo de la convivencia de la primitiva comunidad eclesial de Jerusalén que desarrollará más adelante. 

 

Esta comunidad prepentecostal brilla por una característica esencial: la oración es compartida además por hermanos y hermanas asiduos y concordes. Después de Pentecostés, donde también estuvo presente María (Hch 2,1), la comunidad eclesial desarrollará su propia

Identidad у la diaconía; sin embargo, la oración precedente es como una preparación indispensable; la asiduidad y la concordia son como la gestación del futuro.

 

Evangelio: Lucas 1,26-38

 

En aquel tiempo, envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una joven prometida a un hombre llamado José, de la estirpe de David; el nombre de la joven era María. El ángel entró donde estaba María y le dijo:

 

-Dios te salve, llena de gracia, el Señor está contigo.

 

Al oír estas palabras, ella se turbó y se preguntaba que significaba tal saludo. El ángel le dijo:

 

-No temas, María, pues Dios te ha concedido su favor." Concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús. Él será grande, será llamado Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la estirpe de Jacob por siempre y su reino no tendrá fin. 

 

María dijo al ángel:

 

-¿Cómo será esto, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?

 

-El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que va a nacer será santo y se llamará Hijo de Dios. Mira, tu pariente Isabel también ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que todos tenían por estéril; porque para Dios nada hay imposible.

 

María dijo:

 

-Aquí está la esclava del Señor, que me suceda según dices.

Y el ángel la dejó

 

La devoción del rosario ha tomado como primera estación de su estructura la perícopa lucana que informa sobre el anuncio a María: la denominación de «misterios gozosos» ofrece una clave de lectura del acontecimiento. El desenlace del coloquio entre Dios, a través de

la mediación del arcángel Gabriel (cuyo nombre significa, literalmente, «fuerza de Dios»), y la joven María es la serena y gozosa disponibilidad obediencial de la «esclava del Señor». El itinerario que arriba a semejante disponibilidad servicial o diaconal es la reflexión o meditación sobre las palabras dichas por el enviado divino y oídas por la mujer. María intenta realizar una exégesis del mensaje, verdaderamente sorprendente desde la perspectiva de semejante compromiso singular y paradójico. La contemplación del primer misterio de su

aventura evangélica y mesiánica por parte de María está iluminada por la disponibilidad a dar explicaciones -aunque necesitadas de una progresiva rumiadura meditativa- por parte del mismo Señor, el cual no impone una tarea absurda, sino que se apresura a convencer.

 

MEDITATIO

 

La secuencia histórica de los acontecimientos referidos por Lucas, evangelista documentado, cronista digno de crédito, discípulo convencido, ofrecidos a la meditación del devoto de María en la memoria de Nuestra Señor del Rosario comienza por la perícopa del evangelio y pasa a la perícopa de los Hechos de los apóstoles. Son dos estaciones a lo largo de la peregrinación de la devoción del rosario: la primera, que da comienzo a los cinco «misterios gozosos» y el segmento entre la se gunda y la tercera estación en la meditación sobre los

«misterios gloriosos». Tal colocación representa un mensaje y proporciona una metodología para la meditación. Estos misterios se pueden circunscribir en el paso de la individualidad a la comunidad, de la contemplación a la acción.

 

El anuncio constituye una personalísima experiencia de Dios para la Virgen María, una estación en la abismal contemplación de la Palabra de Dios junto a Dios mismo: es un acontecimiento gozado en la soledad. Esa soledad o experiencia individual no equivale a aislamiento; en efecto, la «anunciada» comparte las jornadas de la comunidad, la espera de la manifestación poderosa y gloriosa del Espíritu Santo. Pone en común su propia experiencia de Dios.

 

El anuncio constituye para María como un subida a las cimas de la contemplación de los misterios de Dios, un acercamiento guiado por la luz de la Palabra divina al conocimiento del proyecto que Dios pretende realizar mediante su disponibilidad. Esa contemplación sostiene su obediente conciencia. La «anunciada» no se queda inmóvil en su sitio con el libro entre las manos, no se queda pasiva y recogida en el reclinatorio imaginado por los pintores: obra en sí misma según la palabra recibida, meditada, contemplada y, a buen seguro, orada;

también ella -como los otros discípulos de entonces y de siempre- actúa en la comunidad nacida del amor de Jesús y de la fe en el Cristo resucitado, de modo asiduo y en un clima de concordia, a través de la indispensable oración.

 

 

ORATIO

Santa María, integra en la fe, firme en la esperanza, sincera en la caridad, salve.

 

Virgen alegre en el fiel servicio a Jesús, tu hijo: sostén nuestra fe en los días de la desgana y en los días del deseo de multiplicar nuestra fe.

 

Madre dolorosa en la participación en la pasión de Cristo, benéfica para nosotros: obtén misericordia para la pequeñez de nuestra caridad y para todo aumento de dolores ajenos ocasionados por nuestros pecados.

 

Madre Luminosa que con tu sí a Dios trajiste al mundo al Sol que nace de lo alto y lo contemplaste resucitado y glorioso en medio de la la luz que no conoce el ocaso, ilumínanos para aspirar a la bienaventuraza eterna, que la realidad de la cruz en nuestra vida, nos conduzca a la luz perenne de gozo y alegría eterna.

 

Reina gloriosa en la participación en la vida nueva con el Señor del universo: conserva firme nuestra esperanza de unos cielos nuevos y una tierra nueva, hacia los cuales

nos encamina esta existencia terrena.

 

Virgen de Nazaret, Mujer del Calvario, Señora de Pentecostés: acoge la oración de tus siervos.

 

 

CONTEMPLATIO

 

Después de habérsele prometido el hijo, preguntó cómo podía suceder eso, puesto que no conocía varón. En efecto, sólo conocía un modo de concebir y dar a luz, aunque personalmente no lo había experimentado, había aprendido de otras mujeres -la naturaleza es repetitiva- que el hombre nace del varón y de la mujer. El ángel le dio por respuesta: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que nazca de ti será santo y será llamado Hijo de Dios. Tras estas palabras del ángel, ella, llena de fe y habiendo concebido a Cristo antes en su mente que en su seno, dijo: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Cúmplase, dijo, el que una virgen conciba sin semen de varón; nazca del Espíritu Santo y de una mujer virgen aquel en quien renacerá del Espíritu Santo la Iglesia, virgen también. Llámese Hijo de Dios a aquel santo que ha de nacer de madre humana, pero sin padre humano, puesto que fue conveniente que se hiciese hijo del hombre el que de forma admirable nació de Dios Padre sin madre alguna; de esta forma, nacido en aquella carne, cuando era pequeño, salió de un seno cerrado, y en la misma carne, cuando era grande, ya resucitado, entró por puertas cerradas.

 

Estas cosas son maravillosas, porque son divinas; son inefables, porque son también inescrutables; la boca del hombre no es suficiente para explicarlas, porque tampoco lo es el corazón para investigarlas. Creyó María, y se cumplió en ella lo que creyó. Creamos también nosotros, para que pueda sernos provechoso lo que se cumplió (san Agustín, Sermón 215, 4).

 

ACTIO

 

Repite a menudo y medita durante el día la Palabra:

 

«Dios te salve, María, llena de gracia: el Poderoso ha hecho grandes cosas en ti» (cf. Lc 1,28 y 1,49).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

 

Surge de manera espontánea pasar de la oración del ángelus a la del rosario. Las avemarías forman su trama. El método de meditación de los misterios, evocados brevemente y que forman la base del rosario, está estrechamente ligado al modo con que las tres pequeñas frases del ángelus vuelven a evocar el misterio de la encarnación. Entre las oraciones y las devociones en honor de María, es ciertamente el rosario la más popular y, al mismo tiempo, una de las devociones en la que más se resalta el sentido de la Iglesia. El rezo del rosario orienta a Cristo por medio de María. La Virgen nos ayuda a penetrar y a vivir el mis

terio de Cristo tal como ella lo vivió [...]. La simplicidad [del rosario], su atmósfera de pura y auténtica contemplación, cuando se medita los misterios como partes de un solo todo, hacen del rosario una vía fácil para extender la contemplación litúrgica a toda la vida diaria y para conducir continuamente toda nuestra vida a su fuente celestial (V. Noé, «Le devozioni mariane in armonia con la liturgia», en AA. W., La Madonna nel culto della Chiesa, Brescia 1966, 288ss).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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