Al Concluir este Año
Al concluir este año quiero elevar mis ojos a Ti. A Ti que habitas en el cielo y estás siempre
presente en la Tierra. A Ti que eres la única razón de mi vida, de mi
existencia, de mi historia y de mi vocación.
Elevo los ojos a Ti Padre del Cielo, Padre de las
Misericordias y Dios de todo consuelo. Pero más que los ojos elevo mi corazón. Mi
corazón cargado de inmensa gratitud, tanta, que las palabras no podrán
describirla. Hoy es un día maravilloso. Y sé Dios mío, Eterno y verdadero, sé
que decir hoy es decir ayer, es decir mañana, es decir siempre. Sí siempre,
siempre, siempre, porque siempre están derramando tu gracia a raudales en todos
tus hijos, también en aquellos que ni siquiera se dan por enterados de ello.
¡Cuánta gracia! ¡Cuánto amor! ¡Cuánto cielo en la Tierra! ¡Cuánta misericordia!
Dios eterno y verdadero ¿es hora de hacer un examen? ¿Es tiempo de hacer un
balance de mi vida? ¿Es tiempo de estar cara a cara Contigo? Y el corazón
dilatado, ensanchado y latiendo fuertemente al sentirse inmensamente amado por
Ti. Con un amor que hiere hasta lo más profundo de las entrañas. Un amor que
calcina con una llama que no se extingue y que cada vez es más intensa, más
intensa, más intensa.
¡Dios mío! lo único que veo, lo único que sé, lo único que
siento es tu presencia amorosa veo el océano de tu Santidad y descubro mi
pecado y mi indigencia. Cuanto más Te contemplo en Tu belleza, en Tu santidad, en
Tu soberanía y en Tu humildad, más descubro la inmensa necesidad que tengo de Ti. ¡Señor y
Dios mío! ¡Dulce amor de mi alma! Soy plenamente consciente de que no hay en mí
absolutamente nada que pueda atraer tu mirada, tu amor, tu misericordia y tu
compasión, que no sea el Amor inmenso que me tienes, pero mi pecado, mi
indigencia, mi falta de amor me hacen indigno de Ti. Sin embargo, ha sido tu
bondad y tu compasión que me ha colmado de toda gracia y de todo don. Hoy sólo
puedo decirte: gracias por el Don de cada día. Gracias por mi vida, gracias por
mi muerte, gracias por mi vocación, gracias por mis hermanos, gracias por el
don de tantas y tantas personas que sin merecerlo me profesan un amor, un
cariño y una cercanía que me hablan de Ti Oh Altísimo Señor. Gracias por el Pan
de cada Día, tu Amado Hijo nuestro Señor Jesucristo. Gracias por el alimento
material que restaura mis fuerzas y me prepara para el combate. Gracias por las
penas que han sido fuente de alegría. Gracias por hacerme descubrir que sólo
soy un pobre instrumente en tus manos y que Tú y sólo Tú puedes hacer cosas
grandes y maravillosas. Gracias por mi familia. Gracias por todos mis amigos,
parientes, bienhechores y conocidos. Gracias por todas y cada una de las
personas que durante este año se cruzaron en mi camino, bendícelas y
santifícalas Señor. Gracias por el sol, la luna, las estrellas, la lluvia, el
viento, la nieve y el frío. Gracias por
tu Amor. Gracias mi Dios y mi Señor. Amén!
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