Pasará el invierno y llegará la eterna primavera
11 de diciembre
El anhelo de estar en la paz eterna es bueno, es santo;
pero es necesario moderarlo con la completa resignación a la voluntad de Dios.
Es mejor realizar el querer de Dios en la tierra que gozar en el cielo. Sufrir
y no morir, era el deseo de santa Teresa. Es dulce el purgatorio cuando se
sufre por amor de Dios.
Las pruebas, a las que Dios os somete y os someterá, son
todas ellas señales de la predilección divina y joyas para el alma. Pasará,
queridas mías, el invierno y llegará la interminable primavera, tanto más rica
de bellezas cuanto más duras hayan sido las tempestades. La oscuridad que
estáis experimentando es señal de la cercanía de Dios a vuestras almas.
(11 de diciembre de 1916, a las
hermanas Ventrella – Ep. III, p. 548)
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