Recuérdenme en sus oraciones
10
de diciembre
Continuad, mis buenas hermanas e hijas, recordándome en
el tesoro de vuestras oraciones, especialmente en este tiempo en que estoy
pasando por una dura prueba; y estad seguras de que yo quiero vivamente y
seguiré queriendo la salud espiritual más que la corporal, además de aquella
gracia que ya conocéis.
En mis pobres, sí, pero también repetidas oraciones, no
me olvidaré de vosotras ni de cuantas me hacen la misma caridad que me hacéis
vosotras. Jesús y la Virgen santísima os concedan ser dignas de la gloria
eterna. Con esta fe y esta esperanza os deseo todos los bienes del cielo.
Y ahora vayamos a vuestras necesidades espirituales. Esas
perplejidades de espíritu que vais experimentando son artimañas malignas del
tentador; y Dios las permite, no porque os odie, sino porque os ama. No es
reprobable el sentimiento, sino el consentimiento. Y yo os animo en el
dulcísimo Señor a estar tranquilas, ya que ni vosotras ofendéis en esto al Señor
ni el Señor se esconde para castigar vuestras infidelidades, que, os declaro en
nombre y en virtud de la santa obediencia, no se dan en vosotras, al menos
hechas con plena advertencia y decidida voluntad.
(11 de diciembre de 1916, a las hermanas Ventrella
– Ep. III, p. 548)
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