Los sufrimientos son la medida del Amor de Dios
28
de septiembre
Cómo se entristece mi corazón al verte sacudida cada
día por nuevas y furiosas tempestades; pero es mucho mayor el gozo en mi
espíritu al saber con certeza que la furia de las olas en ti las permite, con
especial providencia, el Padre celestial, para hacerte semejante a su amadísimo
Hijo, perseguido y golpeado hasta la muerte, ¡y hasta la muerte de cruz!
En la medida en que son grandes tus sufrimientos, lo
es el amor que Dios te ofrece. Aquéllos, querida mía, te sirvan de medida de
comparación del amor que Dios te tiene. El amor de Dios lo conocerás por esta
señal: las aflicciones que te manda. La señal la tienes en tus manos y está al
alcance de tu inteligencia; alégrate, pues, cuando la tempestad se embravece;
alégrate, te digo, con los hijos de Dios, porque esto es amor singularísimo del
Esposo divino hacia ti. Humíllate también ante la majestad divina, considerando
cuántas otras almas hay en el mundo, más dignas y más ricas de dotes
intelectuales y de virtudes, y que ciertamente no son tratadas con ese
singularísimo amor con el que tú eres tratada por Dios.
(19 de septiembre de 1914, a Raffaelina Cerase
– Ep. II, p. 174)
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