Octavo día de la Novena: Todo a Jesús por María

 
 
A JESÚS POR MARÍA
 
Según nos refieren los biógrafos y los múltiples testimonios de quienes conocieron a nuestro Fraile, la devoción del P. Pío a la Santísima Virgen se remonta hasta los primeros años de su vida. Lo mismo que otros fenómenos místicos, seguidos por los ataques de Satanás, teniendo lugar a partir de los 5 años de edad.
Sin embargo, hay que destacar que la devoción del P. Pío a María, su “Mammusia” (Mamita), como cariñosamente le llamaba era algo más que una simple devoción. Es como el pilar sólido y fundamental en el cual se encuentra sostenido todo el edificio de “la gran misión que el Señor le había encomendado: ‘Santifícate y santifica’”. Obviamente, la Virgen ocupa en la vida de San Pío el lugar que le corresponde. Es decir, en primer lugar y sobre todas las cosas está Jesucristo. Por eso precisamente acudía a Ella y se dejaba ayudar y socorrer por la Madre que era la que concedía todas las gracias porque el Hijo no le podía negar nada. Es “La Estrella segura que conduce al feliz puerto Jesucristo el Señor”. Por eso María va a ocupar un lugar preeminente en la vida de San Pío. La ternura, el cariño, la entrega, la confianza, el acudir constantemente a ella… eran las características, entre otras las que el P. Pío nos enseña.
A continuación recurrimos a algunos textos de la Sagrada Escritura para iluminar este tema, invitando a todos a “Amar a la Virgen, hagan amar a la Virgen. Recen siempre el Rosario”.
 
Pues bien, el Señor mismo va a darles una señal: He aquí que la doncella ha concebido y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel. (Is 7,14).
 
Entraron en la casa; vieron al niño con su madre María y, postrándose, le adoraron; luego abrieron sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. (Mt 2,11). 
Dice su Madre a los sirvientes: “Hagan lo que Él les diga” (Jn 2,5)
 
            El aspecto cultual hacia María Santísima que se transparenta en el epistolario, y que era aconsejado y exigido por el P. Pío a sus hijas e hijos espirituales, está enraizado profundamente en el dogma católico y tiene bases muy sólidas en la ascética cristiana. Con la máxima claridad se advierte la asociación íntima e indisoluble de María corredentora y dispensadora de todas las gracias a Cristo, único mediador entre Dios y los hombres. La acción de María  en la obra de nuestra salvación y santificación, aunque muy importante, aparece siempre subordinada a la de Jesús.
            Esta vinculación de María  con Jesús está expresada en los augurios que el P. Pío dirige a sus hijos espirituales y en los saludos cordiales en casi todas sus cartas. En ellos hay puntos de reflexión mariana y motivos eficaces para honrar a la “Madre de Jesús y Madre Nuestra”.
 
·         —<<Jesús y María estén siempre en vuestro corazón y en el de vuestra hermana y os hagan santas>> (15-8-1914, y 19-5-1914, II, 88, 153).
·         —<<Jesús y María estén siempre con vosotros, os libren de las malas artes del espíritu impío y os consuelen en todas vuestras aflicciones>> (29-9-1914, II, 174).
·         —<<Jesús y María os  comunican la fuerza para luchar con nuevo empuje contra las malas artes del espíritu malo>> (30-3-1915, II, 382).
·         —<<La Madre de Jesús y Madre nuestra sonría siempre a vuestro espíritu alcanzándole de su divino Hijo toda clase de carismas celestiales>> (11-5-1915, II, 414).
·         —<<Jesús y María estén siempre en vuestro corazón y os hagan gustar siempre las dulzuras de la cruz>> (15-3-1915, III, 61).
·         —<<Jesús y María estén siempre en vuestro corazón y os hagan siempre crecer en la hermosa virtud de la caridad que es el vínculo de la perfección cristiana>> (8-3-1915, III, 61).
·         —<<Jesús y la Virgen santísima os hagan dignos de la gloria eterna>> (11-12-1915, III, 549).
·         —<<En todo te asista Jesús y María >> (7-6-1921, III, 790).
·         —<<Jesús y María reinen siempre soberanos en tu corazón y en tu familia y hagan de ti una verdadera hija del seráfico padre san Francisco  y un santo modelo de una madre cristiana>> (18-1-1922, III, 1081).
 
INTERCESIÓN
 
            No sólo en las expresiones augurales de su correspondencia, sino también en el mismo contenido de las cartas se manifiesta de mil maneras la asociación de la Virgen santísima  a Jesús en la aplicación de los frutos de la redención a las almas. Se invoca a Jesús y María. El Hijo no podrá resistir ni negarse a las súplicas de la Madre; y a ambos se les agradecerá el éxito de las oraciones.
            Es necesario destacar que el Padre Pío de la misma manera que, cuando habla del amor a Jesús, afirmaba que nos debería llevar a imitar su vida, también decía que la verdadera y auténtica devoción a María consistía en seguir el camino que ella había recorrido por amor a  su Hijo.
·         —<<Tengo fe vivísima de que el Señor no me negará la gracia que incesantemente le pido. La espero por las manos de nuestra Madre celestial, cuya asunción celebra hoy toda la Iglesia>> (15-8-1914, II, 157).
·         —<<Ahora os aconsejo una plegaria: en este hermoso mes consagrado a la Madre celestial no os olvidéis de rogar a esta tan querida Madre y con más fervor, que quiera alcanzarme de su Hijo una gracia tan necesaria para mi alma>> (19-5-1915, III, 76)
·         —<<Encomendaos a la intercesión de la santísima Virgen y a toda la corte celestial, que os ayude a meditar bien y a manteneros lejos de toda distracción o tentación… Hecho todo esto, ofrecedlo todo a Dios juntamente con los méritos de Jesús y de su Madre y Madre nuestra. Haced la ofrenda por las manos de María del ángel custodio, de san José, etcétera >> (16-9-1916, III, 250).
·         —<<Os exhorto a hacer violencia al Corazón de Jesús y de su divina Madre  por mi solicitada liberación, porque la necesidad es extrema, y casi ya no puedo más>> (4-10-1917, III, 293).
·         —<<Suplica, insta e importuna también al Corazón divino y a la Virgen bandita que alejen de mí cuanto antes esta prueba, o la cambien en otra, aunque sea duplicada, pero a la sombra del claustro sagrado>> (17-9-1917, III, 426).
·         —<<La Virgen clemente y piadosa continúe alcanzándoos de la inefable bondad del Señor la fuerza para soportar hasta el fin tantas pruebas de caridad, que os da con muchas mortificaciones… En esos días ayudadme cerca de Jesús y de la Virgen su Madre con la oración más fervorosa y más prolongada>> ( 11-12-1916, III, 552).
·         —<<Mientras tanto tú, juntamente con las hermanas y todas las almas unidas a nosotros en un mismo espíritu delante de Jesús, continuad haciendo dulce violencia al divino Corazón, y al de su Madre y Madre nuestra, a fin de que cuanto antes ponga fin a tan triste destierro>> (27-8-1917, III, 601, cf. pg. 642).
·         —<<Encomiéndame al Señor y a la Virgen su Madre, porque me encuentro en una extrema necesidad… Pide también a Jesús y a su Madre y Madre nuestra la gracia de que cuanto antes me vea libre de la milicia>> (27-1-1918, III, 708).
·         —<<La Madre de Jesús y también nuestra continúe alcanzándoos la fuerza necesaria para combatir y vencer en las luchas dispuestas por Dios para ventaja vuestra>> (14-7-1915, II, 462).
·         —<<María santísima te sonría en todos los acontecimientos de tu vida y supla abundantemente la falta de la madre terrena>> (15-7-1915, III, 82).
·         —<<Os invito ahora a agradecer a la divina piedad y a la Madre celestial un favor tan grande>> (31-12-1917, III, 262).
·         —<<Redoblad vuestras oraciones por mí al buen Dios y a la querida Madre celestial, a fin de que cuanto antes termine para mí la hora de la prueba>> (3-12-1916, III, 540, cf. 597)
·         —<<Finalmente recordamos la bella imagen del “piloto” y de la “estrella” con que el P. Pío se complacía en representar la asociación de Jesús y María en conducir las almas a través de las ondas del mar tempestuoso del mundo hasta llegar felizmente al deseado puerto de la salvación>> (11, 364, 373, 509; III, 55)
 
Son innumerables las citas a las que podemos recurrir para descubrir la devoción y la confianza que el P. Pío tenía a la Santísima Virgen. No es lugar para ponerlas todas. Baste con estas para dejarnos interpelar en cuanto a nuestro culto y devoción a la Madre de Dios. Finalmente no olvidemos que el P. Pío es “El fraile del rosario”. Se mereció este título porque constantemente estaba elevando a su plegaria a Dios a través de la Madre.
 
PARA EVALUAR NUESTRA VIDA:
 
1. ¿Qué lugar ocupa María en mi vida?
2. ¿Conozco las virtudes evangélicas que ella me enseña?
3. ¿Cómo vivo estas virtudes?
4. ¿Soy obediente cuando me dice: “Hagan lo que Él les diga”?
5. ¿Qué importancia le doy a la oración del Santo Rosario personal y comunitariamente?
 
Cada quien puede hacerse sus propias preguntas para la reflexión y evaluación de vida.
 
PARA ORAR.
 
ORACIÓN DE JUAN PABLO II AL PADRE PÍO DE PIETRELCINA
 
Humilde y amado Padre Pío:
            Enséñanos también a nosotros, te lo pedimos la humildad de corazón, para ser considerados entre los pequeños del Evangelio, a los que el Padre prometió revelar los misterios de su Reino.
            Ayúdanos a orar sin cansarnos jamás, con la certeza de que Dios conoce lo que necesitamos antes de que se lo pidamos.
            Alcánzanos una mirada de fe capaz de reconocer prontamente en los pobre y en los que sufren el rostro mismo de Jesús.
            Sostennos en la hora de la lucha y de la prueba y, si caemos, haz que experimentemos la alegría del sacramento del perdón.
            Transmítenos tu tierna devoción a María, Madre de Jesús y Madre nuestra.
            Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria feliz, a donde esperamos llegar también nosotros para contemplar eternamente la gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
 
REZA TRES PADRES NUESTROS Y TRES AVES MARÍAS CON GLORIA AL PADRE…
 
Oración final:
Oh Dios que a san Pío de Pietrelcina
Sacerdote Capuchino
le has concedido el insigne privilegio
de participar de modo admirable
en la pasión de tu Hijo,
concédenos por su intercesión,
identificarnos en la muerte de Cristo
para participar de su resurrección.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén
 

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