Viva siempre Dios
6 de septiembre
Mi estado actual, padre mío, deja mucho que desear; me siento muy abatido. Veo que las cruces se suman a las cruces, los dolores a los dolores, y no podría tenerme en pie si la inmediata intervención del Padre del cielo no me sostuviera con su brazo omnipotente.
Al malestar físico se van añadiendo las duras luchas del espíritu. Nubes oscurísimas son cada día más densas en el cielo de mi pobre alma. Jesús está siempre conmigo, es cierto; pero ¡qué dolorosa, padre mío, es la prueba que somete al alma al peligro de ofender al esposo divino! Pero, ¡viva siempre Dios! La esperanza de vencer y salir victorioso y la decisión de seguir combatiendo no se me debilitan nunca.
(7 de septiembre de 1914, al P. Agustín de San Marco in Lamis – Ep. I, p. 582)
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