Amar y agradar a Dios




15 de marzo

Recordemos que la suerte de las almas elegidas es el sufrir; el sufrimiento soportado cristianamente es la condición que Dios, autor de todas las gracias y de todos los dones que llevan a la salvación, ha puesto para darnos la gloria. Alcemos, pues, los corazones, llenos de confianza en sólo Dios; humillémonos bajo su mano poderosa; aceptemos de buen grado las tribulaciones a las que la piedad del Padre celestial nos somete, para que nos ensalce en el tiempo de la visita. Que toda nuestra preocupación sea sólo ésta: «Amar y agradar a Dios», sin preocuparnos para nada de todo lo demás, sabiendo que Dios cuidará siempre de nosotros, más de lo que se pueda decir o imaginar.

 (26 de noviembre de 1914, a Raffaelina Cerase – Ep. II, p. 245)

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